No Al Olvido

jueves, 7 de mayo de 2020

# Melancolía en Arrimadas...Arrimadas "Un SÍ para Arrimarse al poder" El director de OK Diario nos da las claves de la aprobación de la prórroga del Estado de Alarma y analiza las últimas informaciones sobre la conexión venezolana de Podemos. Vídeos 2.... El Club de los Viernes .!!!!.

Los objetivos del estado de alarma han sido sólo sanitarios o, más aún,políticos? Sin maniqueísmo:han sido las dos cosas

Se acepta, dictaminaba Molière en 1669, «ser malvado, pero no ridículo». Puede que Inés Arrimadas vaya a verse, en los tiempos que vienen, obligada a meditar tal axioma. Lo lamento. Me entristece un error que puede acabar por borrarla. A ella, una política decente, y a su partido. Los echaré de menos.
El debate sobre el estado de alarma -en realidad, de excepción- está viciado por el doble juego de un gobierno que es dos gobiernos. Late esa dualidad en el reproche de Igea al dimitido Girauta: el voto de Cs a Sánchez «era lo que había que hacer. 30.000 muertos son suficientes». O sea: estado de alarma y lucha contra el coronavirus son lo mismo, suprimir la alarma sería,
 así, apostar por infección y muertes. Hay una cierta mala fe al eludir, en esa cifra, el porcentaje de muertos que recae sobre la voluntad gubernamental de retrasar las medidas hasta después del 8 de marzo. Pero eso no borra el problema: ¿es el estado de alarma el único modo de acotar los movimientos ciudadanos para evitar contagio? De otro modo: ¿los objetivos del estado de alarma han sido sólo sanitarios o, más aún, políticos?
Sin maniqueísmo: han sido las dos cosas. Con un fracaso estruendoso en lo que a lo sanitario se refiere. Habrá que calcular un día, cuando datos y estadísticas estén completos, cuántos de esos 30.000 muertos fueron responsabilidad del paréntesis que se tomó el Estado hasta ver pasada la fecha que exigían sus manifestantes clientelares. Y yo no sé cómo podrán cargar moralmente con sus vidas quienes proclamaron -los vídeos están en YouTube- que «no mataba el coronavirus, sino el machismo». Pero, aun con retraso y con muertos acumulados, la medida de excepción fue finalmente tomada. Era necesaria. Y debía ser también acotada. Al solo espacio sanitario.
¿Se hizo así? No. Dos meses más tarde, los guantes siguen siendo, en Madrid, un tesoro oculto; las mascarillas existen desde hace apenas dos semanas y son insuficientes; a quienes sobrevivieron al virus se les niegan los test que den fe de la curación y se les envía al trabajo sin la menor garantía de no acabar contagiando a sus colegas, porque trucar las estadísticas de curados cuenta más que curar; la tasa de sanitarios infectados -y muertos- por ausencia del material adecuado es tercermundista; el Estado ha sido estafado por sus proveedores y sólo ha dispuesto de medios adecuados para altos cargos públicos y allegados… No puede decirse que, en ese campo, el estado de alarma haya sido un éxito.
En su otra vertiente, la de poner en marcha esos mecanismos de matriz autoritaria en los cuales cifra el populismo la implantación de una «normalidad nueva» y un Estado tutelar omnipresente, la eficacia ha sido bastante más alta. Los televisores funcionan como un único altavoz oficial del gobierno, la censura en las ruedas de prensa presidenciales ha sido el mayor atentado a la libertad de expresión que hemos vivido desde 1978, en la expropiación de los materiales médicos adquiridos por las empresas para protección de sus trabajadores resuena el chavista «incáutese» de modo histriónico, las medidas económicas anunciadas por los hombres del vicepresidente entran en conflicto frontal con las normas de la UE...
El hitleriano Carl Schmitt definió la clave de ese «Estado total» con el que los penenes Iglesias y Errejón soñaron: «Soberano es quien decide sobre el estado de excepción». Ven la hora de aplicarlo. ¿Arrimadas? Mejor que vaya leyendo a Molière. Se sobrevive a la maldad, nunca al ridículo.....Gabriel Albiac

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