De nada han servido las advertencias enviadas desde Industria de que se lo iban a poner muy difícil a Nissan
«El mantenimiento del empleo en la planta de Nissan en Barcelona está garantizado» aseguraba el 23 de enero pasado el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez en un mensaje en Twitter tras participar en la Cumbre de Davos. Como augur, no tiene precio, está a la altura de las pitonisas televisivas de madrugada que te anuncian el futuro. Cuatro meses después, Nissan decreta oficialmente el cierre de la planta de Barcelona y el despido de 3.200 trabajadores de forma directa, a los que hay que añadir unos 25.000 puestos indirectos, y de esta forma termina con 44 años de existencia de esa factoría, heredera de mucha historia.
De nada han servido las advertencias enviadas desde el Ministerio de Industria que
pilota Reyes Maroto de que se lo iban a poner muy difícil a Nissan. Que les reclamarían a la marca japonesa 1.000 millones de euros si cerraban, mientras que invertir en un nuevo modelo sólo le costaría 300 millones.
¡Qué poco saben del mundo del motor!
La estrategia de lanzamiento de un nuevo modelo le lleva a una compañía una media de cinco años, de diseño y desarrollo. Luego se adjudica la fabricación a una planta en función de capacidades, plataforma, situación geográfica estratégica y costes de producción. Amenazar hace una semana a Nissan con represalias es como golpear al aire. Si no había carga de trabajo hace una semana, no puede haber carga de trabajo una semana después. Y una fábrica, sea de coches o de chinchetas, no puede tener a 3.200 trabajadores con los brazos cruzados hasta que les asignen un nuevo modelo. Esto hay que trabajarlo con tiempo. Las decisiones de los modelos que una marca va a fabricar dentro de un lustro se están tomando ahora.
El mantenimiento del empleo en la planta de Nissan en Barcelona está garantizado. Durante nuestro encuentro de hoy en #Davos2020, el Gobierno de España y @Alliance_RNM hemos reafirmado nuestra voluntad para seguir trabajando juntos para asegurar la viabilidad de la factoría.
El Gobierno de Sánchez no ha sabido ver con claridad el movimiento tectónico que se está produciendo en la industria de la automoción a nivel mundial, que busca fórmulas para que el sector siga siendo rentable. Pero lo más grave no es eso, lo más grave es que este Gobierno no ha sido capaz de calibrar la importancia del sector para la economía Española, algo que es capaz de ver hasta el más lerdo. Solo hay que mirar los datos. España, una potencia en la fabricación de automóviles –segunda de Europa y novena del mundo-, la automoción supone el 10% del PIB nacional y daba trabajo al 9% de la población activa. Digo daba, porque con el cierre de Nissan ese porcentaje se verá reducido.
El ejemplo del cierre de Nissan también deja al descubierto una de las carencias de la industria del motor española. Somos buenos fabricantes, con factorías muy competitivas, pero sin una marca matriz nacional potente. Las tomas de decisiones de los grandes grupos automovilísticos con plantas de producción en España se gestan fuera de nuestras fronteras, desde Alemania (Grupo Volkswagen –Volkswagen, Audi y Seat- o Mercedes-Benz), Francia (Grupo Renault y PSA –Peugeot, Citroën, DS y Opel-), Japón (Nissan). Y esto, hace que la interlocución no sea todo lo dinámica y ágil que debiera ser.
El Gobierno de España, sea cual sea el signo político, debería tratar este sector con perspectiva a largo plazo. Tendría que tener un especial mimo por conseguir que las marcas matrices sigan mirando a España como el lugar ideal para fabricar sus automóviles. Deberían buscar mantener la alta competitividad de nuestras fábricas frente a las amenazas de otros países, principalmente del norte de África.
No hacen falta pitonisos como Pedro Sánchez, hace falta trabajo sin ideología y con perspectiva de futuro.
*José Ramón Alonso es subdirector de ABC...José Ramón Alonso
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