Lo importante para Sánchez es coger oxígeno ante una opinión pública que se va decantando por un veredicto de responsabilidad política
Pedro Sánchez tenía razones para dedicar la conferencia con los presidentes autonómicos de ayer domingo a dar buenas noticias, aunque estuvieran trufadas de contradicción y voluntarismo. Sólo el 26 por ciento de los españoles respaldan ya su gestión de la pandemia, según los resultados de la encuesta de GAD3 que hoy publica ABC. Es el menor apoyo recibido desde la declaración del estado de alarma, muy por detrás del que reciben los empresarios, los medios de comunicación -aunque estos sufren también un fuerte retroceso- y los gobiernos autonómicos. Sánchez y su Gobierno son conscientes de que la opinión pública los está acorralando por la acumulación de errores, torpezas y negligencias en la acción de gobierno de estos meses. Lo que
al principio del estado de alarma pudo disculparse en aras de una unidad social y política en torno a las autoridades, hoy es un estado de crítica que desborda al Ejecutivo. El episodio del pacto con Bildu es el retrato fiel de un Gobierno desesperado.
Sánchez quiso ayer recuperar el afecto social y comunicó a los presidentes autónomicos anuncios que demuestran que el presidente del Gobierno duda de la inteligencia de los españoles y deja sin efecto, cuantas veces sean necesarias, su propio discurso sobre el estado de alarma. Lo que el miércoles pasado era una nueva pórroga inaplazable en toda su extensión, ahora ha dejado de serlo, hasta el extremo de que, según Sánchez, habrá comunidades autónomas que dejarán pronto de estar en alarma «en los próximos días». No hubo referencia esta vez a la opinión «de los expertos», ni datos que respaldaran ese súbito optimismo. Lo importante para Sánchez era coger oxígeno ante una opinión pública que se va decantando por un veredicto de responsabilidad política contra el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos. En tal tesitura, al presidente Sánchez no podía faltarle el fútbol, ni el turismo, zarandeado este último por la ineptitud del ministro de Consumo, Alberto Garzón, y por la absurda iniciativa de encerrar en cuarentena a los turistas que lleguen a España. No es extraño que la ministra francesa de Transición Ecológica, Élisabeth Borne, desaconsejara ayer a sus compatriotas venir a España de vacaciones. Se ha perdido la cuenta de los ministros torpes de este Gobierno que merecen ser cesados de forma inmediata.
Esta salida de Sánchez a la desesperada es también un intento para superar el fracaso de su ataque al PP para justificar el precio pagado a EH Bildu por la abstención de los proetarras. Decir que este pacto fue inevitable por el voto negativo de los populares a la prórroga de la alarma, cuando ya estaba asegurado el voto del PNV y Cs, es, además de una inmoralidad, una cobardía de Sánchez. No se extrañen en La Moncloa del rechazo que provocan.....
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