Aniversario de Sánchez en Moncloa
Dos años después de la defenestración de Mariano Rajoy, vía moción de censura, siguen en vigor los presupuestos de Montoro -con la subida de los sueldos a policías y guardias civiles- la reforma laboral de Báñez y sus ERTE por doquier, el saneamiento del sistema financiero en forma de rescate blando -que pactó De Guindos con la Unión Europea- y, sobre todo, esa «Ley Mordaza del PP» que con tanto gusto ha aplicado el Gobierno de Sánchez-Iglesias para mantener el orden en las calles vacías. Aquella tarde del 31 de mayo de 2018 mientras el escaño del presidente lo ocupaba un bolso -expresión metafórica de un desistimiento-, Rajoy y sus ministros aliviaban las penas y rumiaban el dolor de la
traición no prevista, cometida por el PNV tras acordar con ellos la aprobación de los presupuestos, por supuesto cediendo a las peticiones de los nacionalistas vascos. Tal día como hoy, se confirmó el final político de Rajoy a pesar de «lo difícil que es echar a un presidente del Gobierno». Rajoy solía decir también que «en España para ir a la contra hay oleadas de clientes». Y así ocurrió y con el PNV ya se sabe, nada es personal, solo son negocios.
Por primera vez desde que empezó la alarma, disfrutamos de un sábado sin la aparición televisiva de Sánchez para pronunciar el sermón de La Moncloa. Habrá que ser optimistas y pensar que tal vez la normalidad sea que el presidente no se meta en el televisor, cada fin de semana, a explicarnos cómo tenemos que lavarnos las manos. Sánchez gobierna con decretos y órdenes ministeriales con tanta comodidad que parece que lo ha hecho toda la vida. A pesar de lo que se le viene encima con la Unión Europea y los incendios de Iglesias, pactados y medidos entre ambos, no se altera el plan para cuatro años y muchos más, que acordó con sus socios de moción de censura para echar a un «político no decente», que dijo Sánchez de Rajoy quedándose en su paz. Los que dándole a la cacerola o entrando a las provocaciones de Iglesias creen que acortan el tiempo de este Gobierno, vuelven a subestimar a Sánchez. A pesar del respiro de ayer, el presidente volverá a llenar minutos en la televisión, su herramienta favorita y decisiva, las veces que hagan falta, para echar la culpa al PP, sea por los vivos o por los muertos. Mientras tanto, su vicepresidente de agitación se ocupará de encabritar a Vox para que la división del voto se mantenga perpetua, en su punto de cocción, e impida la existencia de una alternativa...Juan Pablo Colmenarejo
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