Cuanto más tarde el Gobierno en echar el resto en los test y rastreos, más expuestos estaremos a rebrotes
Este Ejecutivo está demostrando ser tan duro de mollera que roza ya la incompetencia. A estas alturas de la pandemia, todo el mundo conoce sobradamente el éxito de Corea del Sur para contener el coronavirus sin necesidad de confinamiento. La fórmula es test masivos, rastreo de contactos y contención. España, en cambio, se adentró en la desescalada no solo sin pruebas masivas, sino con menos análisis de detección que la media de la OCDE, a pesar de estar en el pelotón de cabeza de contagios por millón de ciudadanos.
Desde entonces, el error no se ha corregido. Es cierto que se hacen más test pero saltan constantemente denuncias de colectivos profesionales sobre la mala calidad y la poca efectividad de
los productos comprados. Tras dos meses y medio de brote, el Ejecutivo socialista sigue sin haber provisto los recursos e infraestructuras suficientes para dirigir una búsqueda masiva de infectados. No se trata de hacer la prueba a cada español sino a todo aquel expuesto al virus y especialmente en los focos de contagio. Sin embargo, a los empleados de las residencias de ancianos, por ejemplo, se les hace una vez el test y no se les repite si el resultado es negativo, pese a que ya sabemos que puede ser erróneo. El Ejecutivo sigue sin tomarse los test en serio, más preocupado del relato y de la cifra que pueda dar Pedro Sánchez en la rueda de prensa de cada sábado que en descubrir de verdad quién está enfermo y quién no.
El estudio de seroprevalencia de Sanidad es otro ejemplo de ello. El objetivo inicial era realizar la prueba a 90.000 españoles. Sin embargo, el equipo responsable solo logró contactar al 74,7 por ciento de ellos. En lugar de ampliar la muestra para realizar el trabajo diseñado se decidió que los técnicos siguieran adelante. No quedó ahí la cosa. De los 67.230 contactados, no todos quisieron participar y de los que quisieron hacerlo no todos aceptaron someterse a la prueba con analítica. En estas dos fases se cayeron otras 6.333 personas. Pese a ello, también se decidió continuar sin ampliar la muestra. Al final, un estudio para testar a 90.000 ciudadanos, acabó sacando conclusiones de solo 60.897 personas, tras perder por el camino casi a un tercio.
Si los test no se toman suficientemente en serio, menos aún los rastreos. La búsqueda de posibles contagiados se ha demostrado fundamental para controlar la enfermedad porque permite someter a los enfermos a las pruebas y aislarlos de forma precoz. En un país como España se necesitarían miles de personas dedicadas únicamente a hacer este trabajo, pero la red se está tejiendo prácticamente ahora, cuando toda España está ya desescalando. No piensen que solo es cuestión de dinero. Australia -con solo un centenar de muertos- lanzó hace ya un mes una aplicación de rastreo de uso voluntario, para acelerar y abaratar esta tarea. Hoy la cuarta parte del país ya está conectada a esta plataforma mediante el teléfono. España, en cambio, a por uvas. Con el Gobierno socialista no hay manera de que nuestro país sea pionero en alguna medida innovadora y exitosa en la gestión de la enfermedad. Y fíjense que tenemos talento e inventiva.
Cuánto más tarde el Gobierno en entender que para controlar la enfermedad es necesario poner los medios para hacer el test a todos los expuestos y echar el resto en los rastreos, mayor será el riesgo de rebrote y más tardará en llegar la normalidad. No debería ser difícil de entender, ni siquiera para alguien duro de mollera.....Ana I. Sánchez
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