Después de varias prórrogas, exigir responsabilidad al PP roza lo ridículo. Sánchez le arrebató el poder con una moción de censura apoyada por los mismos que ahora le amenazan
El presidente del Gobierno ha cometido un error mayúsculo planteando al PP la prórroga del estado de alarma como un trágala político y un chantaje emocional. Sánchez ya vinculó el mantenimiento de los ERTE a que el PP votase a favor, pero ayer el PSOE y Podemos se pasaron de frenada al sostener que Pablo Casado «amenaza con provocar miles de muertos». La disyuntiva a la que se aboca al PP no puede ser más absurda: Sánchez salva vidas; y Casado, o rinde pleitesía al Ejecutivo sin preguntar, o será el culpable de cada nuevo fallecimiento. Ese es el nivel. Incluso, varios ministros añadieron presión aduciendo que si no continúa el estado de alarma, el PP condena a España al «caos». Una extorsión en toda regla. Según la doble moral de Moncloa, si Díaz Ayuso pronostica una implosión social por culpa de Sánchez, es una irresponsable; y si Ábalos o Illa temen el «caos», solo podrá ser por culpa del PP. Salvo en España o en la Duma rusa, todos los países han debatido y pactado sus procesos de «desescalada» en sus parlamentos. Ayer, sin ir más lejos, el Senado francés echó a trás el plan de Macron.Aquí, Sánchez, que ningunea al Senado, ha mantenido «secuestrado» al Congreso y nos ha sometido a un estado de excepción. Nada se discute. Todo se impone desde La Moncloa, y si alguien discrepa, es un antipatriota. Pero el dato objetivo es que durante la alarma, Sánchez ha convertido a España en un laboratorio para la anulación del sentido crítico y de algunas libertades esenciales, y para la sistemática manipulación de nuestras vidas. Ya hay normativa estatal que permite restricciones propias de la «desescalada» sin necesidad de estirar la alarma. Pero esa es la coartada de Sánchez: no podremos ver a una decena de amigos tomando un vermú (sic) si los ciudadanos no hacernos, decimos o pensamos lo que Sánchez quiere. Y eso es inaceptable y abusivo. Eso no es un premio, sino un derecho para el que ya no es necesario imponer un estado excepcional.
Después de varias prórrogas, exigir «responsabilidad» al PP roza lo ridículo. Sánchez le arrebató el poder con una moción de censura apoyada por los mismos socios que ahora le amenazan. Por eso, ya caduca el discurso sobre la «irresponsabilidad» del PP, más allá de la paradoja que supone que todo un portavoz de Podemos mendigue a Casado su voto. Sánchez ha tenido dos meses el apoyo expreso del PP, y ahora debe convencer a los cómplices de su «Gobierno progresista». Es el colmo del cinismo que Moncloa recuerde el apoyo del PSOE a Rajoy para aplicar el 155 en Cataluña, o que hable de «cogobierno» con el PP en las autonomías. La diferencia que Sánchez traicionó al PP después pactando con el separatismo. El PSOE no puede juzgar deslealtades......
EDITORIAL ABC
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