La falta de previsión del Gobierno también retrasó las homologaciones de material sanitario contra el Covid-19
Demasiadas veces nos maravillamos con la capacidad de China para reaccionar ante cualquier golpe o convertir en filón la más mínima oportunidad. Teniendo en cuenta que le sobra el dinero, que su respeto por los derechos humanos es parcial y que la prioridad de sus gobernates es convertir al país en primera potencia mundial, ya no parece tan espectacular. España tiene algo con lo que competir con todo eso: talento. Pero frecuentemente se malogra por la inoperancia de quienes administran el país.
Lo hemos vuelto a ver, lamentablemente, en esta emergencia sanitaria. Empresas, autonomías y particulares se lanzaron desde el primer minuto a buscar fórmulas para ayudar a hacer frente a las perentorias necesidades del sistema sanitario. No hizo falta
que ningún mando único les ordenara que se pusieran a trabajar, buscando ideas, robándole horas al sueño y a su tiempo libre. Desde múltiples puntos de la geografía surgieron prototipos de todo tipo desafiando la falta de medios humanos y materiales, trabajando codo con codo con los propios sanitarios. Pero la inmensa mayoría de diseños quedó atrapado en un asfixiante cuello de botella: las homologaciones de la Entidad Nacional de Acreditación y de la Agencia Española de Medicamentos. Diseños de mascarillas, respiradores y demás material sanitario probado y aceptado por los laboratorios quedaron varados a la espera de un simple sello, cuando más falta hacían y pese a que existía en España capacidad para producirlos. Como el Ejecutivo no había previsto absolutamente nada ante la pandemia, tampoco había reforzado el personal y medios de las agencias homologadoras para poder agilizar la fabricación de material sanitario en España. En lugar de eso, se dedicó a abonar comisiones millonarias a intermediarios de dudosa fiabilidad con el triste resultado que hemos visto: acabar pagando por material defectuoso fabricado fuera de nuestras fronteras.
El Gobierno vasco, por ejemplo, fue el primero que se lanzó a desarrollar prototipos de mascarillas quirúrgicas con la idea de compartir el diseño con el resto de comunidades y empresas. Inició los trabajos el 20 de marzo y el 3 de abril tenía ya listos cinco prototipos que no fueron homologados hasta el 26 de abril. Es decir, revisar y dar por bueno el material consumió más tiempo que diseñarlo desde cero. Otro ejemplo, la empresa Adelsys de Toledo desarrolló un ventilador portátil con funcionalidad adaptada para el Covid-19 y componentes casi en su totalidad españoles para asegurar su producción. El 14 de abril lo remitió a la Agencia del Medicamento para su homologación pero ésta lo catalogó por error como respirador invasivo y ahí comenzó un calvario burocrático que continúa a día de hoy. El mismo relato llega desde Navarra, Valencia... Las certificaciones llegaban con cuentagotas o directamente no llegaban mientras miles de personas se contagiaban por falta de mascarillas o fallecían sin respirador. ¿nula capacidad gestora? ¿o algo peor?
No es tolerable que en una situación de emergencia sanitaria y con escasez de material, la Administración sea un obstáculo -y no un vector- para que los prototipos que cumplan los estándares de calidad puedan fabricarse en suelo español y distribuirse a la mayor celeridad. Y en esto sí que somos diferentes a China. Allí sus gobernantes se ponen desde el primer minuto de parte de la producción nacional y no de intermediarios.....Ana I. Sánchez
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