En la vida democrática, ¿dónde termina
la lealtad y dónde comienza el justo derecho
a la discrepancia? ¿Es necesario imponer una
idea de unanimidad a cualquier precio o resulta
más sana la fiscalización de un Gobierno que
lo ocupa absolutamente todo? Desde la izquierda,
especialmente algún intelectual de medio pelo,
exigen el cese de la crítica debido a la crisis
que vivimos. Será por el apoyo que esa misma izquierda,
en especial la mediática, le prestó al presidente
de turno cuando las vacas locas, el Prestige o el más
reciente ébola. Basta repasar las hemerotecas.
Cuesta creer que, invocando no se sabe qué ley
divina o de la naturaleza -desde luego no de
los hombres-, se nos impida fiscalizar la labor
de unos dirigentes que a todas luces pudieron
tomar muchas otras iniciativas para frenar
el desastre, y renunciaron a hacerlo.
¿Qué idea de democracia, de pluralismo, de
sociedad libre manejan esa izquierda y esa
supuesta intelectualidad? Se acercan más a
una visión totalitaria que a los estándares de
sociedades avanzadas. Tal vez porque,
en realidad, siempre tuvieron
miedo a la libertad del otro........Bieito Rubido
No hay comentarios:
Publicar un comentario