En distintos puntos de España, miles de personas han roto los muros del confinamiento para manifestarse contra el Gobierno. Estas son sus razones
Fisioterapeutas, administrativos, comerciales, estudiantes, jubilados... No llevan palos de golf ni son los «Cayetanos» a los que de forma despectiva se refieren los socios de gobierno de Sánchez para deslegitimar el espítitu de Núñez de Balboa, la calle en la que se iniciaron las caceroladas. Son españoles de la calle, de Barcelona, de Córdoba, de Valencia, de Madrid... Viudos, casados, padres de familia, hijos o hermanos de trabajadores que han visto cómo al golpe del coronavirus se ha unido una cuestionable gestión por parte del Gobierno de la Nación. La respuesta tardía a la crisis sanitaria y las medidas tomadas, la falta de información y transparencia acerca de las contrataciones, el ninguneo los distintos poderes del Estado y el recorte
de libertades han sido el caldo de cultivo de unas protestas que, tras dos meses silenciadas, han logrado romper el muro del confinamiento.
Iban a dar millones, pero mucha gente no ha visto un euro»
Javier Rojas, RR.HH (30 años)
La protesta de Javier es la respuesta a una «gestión nefasta» del Gobierno de Sánchez. Este joven residente en Getafe (Madrid) considera que la crispación de los españoles ha crecido a medida que aumentaban los muertos, se conocían las improvisaciones del presidente del Gobierno o se prometían cosas que no se han cumplido. «El tema de los test o la compra de material es un ejemplo, si lo hacen aposta no lo hacen peor», asevera. Si bien reconoce las dificultades de gestionar esta crisis -«ningún Gobierno está preparado»- lamenta que el pago de los ERTE o las ayudas a los autónomos no hayan llegado aún: «Iban a dar millones y millones pero todos tenemos a alguien de nuestro entorno que lo está pasando mal y todavía no ha visto un euro».
No somos ultras, queremos que no se destruya España»
María del Carmen Prieto, jubilada (77 años)
Esta jubilada de 77 años quiere dejar bien claro que detrás de las protestas no están los ultras, como quieren hacer ver desde algunos sectores políticos y sociales. La gente que sale a la calle, explica, sale a la calle para manifestarse contra la gestión de un Gobierno que consideran que no está siendo acertada. Lo explica así:«El Gobierno que tenemos es una porquería, una chusma y no piensan en el pueblo. En Barcelona nos hemos organizado entre nosotros, por Whatsapp, unos días vendrán mil, y otros unos pocos, pero no hay problema».
El Gobierno solo da incertidumbre, me manifiesto para pedir libertad»
Belén Villegas, comercial (28 años)
Belén tendrá que aplazar su boda otro año más y seguir viviendo con sus padres porque no puede dar el salto sin seguridad laboral. Esta joven, que trabaja en el Parque Joyero de Córdoba acudió el sábado a la protesta contra el Gobierno de Sánchez porque se siente coaccionada, pide libertad y claridad al Ejecutivo. «Me movió la preocupación de los jóvenes después del ERTE. Desde el Gobierno te dicen cosas contradictorias, solo dan incertidumbre, lo que me mueve para manifestarme es pedir claridad y libertad», asegura. Belén asegura que vive en casa de sus padres, pero su idea era casarse en 2022: «Me veo obligada a ir retrasando, no voy a encontrar trabajo». «Con sólo 28 años he pasado ya dos crisis». apostilla. La situación en su casa ha dado un giro de 180 grados. Sus padres, corredores de seguros, no han llegado a hacer ni un seguro durante el estado de alarma. Su hermana y su pareja están en ERTE con mellizos pequeños. «Son dos personas con sueldos bajos, tienen que venir a casa de mis padres a comer, son muchos gastos de pañales, comidas...»
En mi casa lo hemos pasado fatal por la mala gestión»
María, hija de médico (27 años)
El pasado viernes fue el primer día que María, de 27 años, acudía a la manifestación convocada contra el Gobierno de Pedro Sánchez en el Paseo de la Alameda de Valencia, por su gestión en la crisis del coronavirus. Hija de un médico que ha superado el coronavirus tras estar gravemente enfermo, asegura que participa de las protestas en al calle porque ha vivido «de primera mano» la «falta de recursos» materiales que han sufrido los sanitarios desde el primer momento en esta pandemia. «En mi casa lo hemos pasado fatal por la mala gestión y pienso que ha habido muy poca información», indica María. «El mensaje de aquí es claro y no tiene que ver con ideología. Yo vengo a nivel personal con mi vivencia», añade.
Barcelona tiene que salir ya a la calle contra Sánchez»
Guillermo Farreras, administrativo (30 años)
«Realmente no sé cómo ha surgido esto de las caceroladas», señala este barcelonés, quien sostiene así que todo ha sido espontáneo. Según comenta a ABC, «Barcelona tiene que salir ya a la calle». «Suficiente tenemos con el gobierno manipulador y mentiroso independentista que estamos sufriendo. Ahora, también tenemos que salir para gritar contra la dictadura de Sánchez, que es peor que la de Franco porque es comunista. Espero y ojalá las protestas duren y vayan a más. El pueblo está cansado pide elecciones y una nueva democracia sin él», advierte Guillermo.
No nos pueden meter el miedo en el cuerpo»
Carmen García, fisioterapeuta (49 años)
A sus 49 años, Carmen García sigue sin entender que España sea el único país donde llevar la bandera nacional esté mal visto. «Hace dos años viajé a Rusia y me compré una camiseta con la bandera rusa. Nunca me han dicho nada por llevarla», comenta la primera vez que sale a la calle para protestar contra el Gobierno. «Hasta ahora no había bajado, pero al ver los incidentes con la extrema izquierda decidí venir porque no nos pueden meter el miedo en el cuerpo», añade, en alusión a la pelea desatada en el barrio de Moratalaz. Votante de Ciudadanos en las últimas elecciones, esta fisioterapeuta, casada y con un hijo pequeño, tiene claro que jamás votaría a VOX: «No me gustan nada».
Queremos la dimisión de este Gobierno liberticida»
Esteban Blasco, en paro (59 años)
Esteban aclara que él sale a la calle junto a conocidos, sin estar convocado por ningún partido ni organización de ningún tipo. «Somos gente que nos conocemos, esto no lo organiza ningún partido, aunque no somos de Podemos, evidentemente. En Cataluña hay algunos que parece que tengamos que pedir perdón por salir a la calle, mientras otros hacen lo que quieren. Nada nuevo bajo el sol. Estamos aquí por varios motivos. Queremos la dimisión de este gobierno liberticida que, como Chávez, aprovechó unas inundaciones para proclamar la República Bolivariana. Es el compendio de todo, lo que ha pasado ya, y lo que vendrá. Hay que mirar por las nuevas generaciones. Vamos al desastre si seguimos así».
No tengo un palo de golf ni me llamo Cayetano»
José Luis Rodríguez, jubilado (62 años)
Pese a que la crisis del coronavirus le cogió ya con la jubilación anticipada, José Luis Rodríguez (62 años) está convencido de que no hay nadie que escape a la «caótica» situación que vive España.
«Da igual que seamos socialistas o no, de izquierdas, de centro... Además de un fraude, este Gobierno es ilegal», resume, con la esperanza de que el brote de las cacerolas termine por derribarlo legalmente. «No somos de extrema derecha, aquí hay de todo. Lo importante es que hay mucha gente descontenta con la gestión de Pedro Sánchez», prosigue, antes de dejar un alegato final: «No tengo un palo de golf ni me llamo Cayetano. He sido albañil toda mi vida», dice en alusión a cómo han apodado los socios de Sánchez a los autores de las caceroladas
Llevo en paro desde el 6 de abril y no he recibido ayudas»
Rafael Zaragoza, en paro (58 años)
Desde el 6 de abril, la vida se ha vuelto más complicada para Rafael Zaragoza y su mujer. Ese día, este perito tasador de inmuebles se quedó en el paro sin que, hasta la fecha, haya recibido algún tipo de contraprestación. «No he tenido comunicación oficial del SEPE para reconocer mi demanda de subsidio, que en mi caso sé que sí procede», cuenta. Con 58 años y dos hijos ya independizados, reconoce que la situación en casa es complicada: «No tenemos ahorros y todavía seguimos pagando la hipoteca». Tilda de catastrófica la situación de España porque no podemos ni siquiera expresarnos».
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