Una ayudita y deprisita». La manida estrategia de atacar por varios frentes a ver si cuela
El ministro más cañí del Gobierno -titular de Transportes para más señas-, tan dado a las visitas a terminales aeroportuarias, y no solo por labores propias de su cartera, tomó ayer un vuelo para plantarse en Bruselas a hacerles ver que es un elemento confiable, y que España y su Gobierno han salido tan fuertes de la pandemia que lo más justo es llenarle los bolsillos de ayudas europeas. Y por supuesto, sin hacer preguntas ni rendir cuentas, no vaya a ser que se den cuenta de que algo no encaja. Pero ahí está José Luis Ábalos, con su lenguaje «pseudocantinflesco» -¿se hará entender de igual manera en sede europea y en otro idioma no natal?-, para explicarle a autoridades
y contribuyentes holandeses, incluso a los austriacos, que lo justo es que vuelva a España con la saca llena de eurobonos y que luego, ya si eso, les explicará en qué va a emplearlo. Probablemente con el mismo manual con el que detalló su oscuro y extraño encuentro, con la número dos del Gobierno venezolano de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Barajas. Visita en la madrugada del pasado 20 de enero, de una persona «non grata» para los mismos a los que ahora el ministro de Sánchez puede repetirles que la crisis es cosa del pasado, que estamos que nos salimos, pero que por si acaso le vayan preparando las ayudas. «Una ayudita y deprisita», parezco escuchar. La manida estrategia de atacar por varios frentes a ver si así cuela.
Pues... no sé yo si es Ábalos la persona más adecuada para ir a pedir lo que sea a Bruselas. Y menos, dinero. Allí lo tienen claro, o se utiliza para ayudar a los más afectados por la pandemia, en clave «gastos sanitarios» y poco más, o no hay pasta ni préstamos que valgan. Un encuentro el de ayer pedido por el propio ministro de Transportes español con la comisaria de la cuestión, Adina Valean, para explicarle que está ultimando un plan para ayudar a las aerolíneas españolas -aunque aquí en el sector aseguran que no saben ni siquiera de qué puede tratar dicho plan-, y para que le aclare ciertas dudas de cómo puede tirar del dinero europeo sin hacer, digamos, trampa. Y es que nuestros socios -Francia, Portugal, Italia, Alemania, Países Bajos...- han desembolsado ya más de 20.000 millones en rescatar a sus antiguas aerolíneas de bandera, mientras España es una «rara avis» que no ha concretado todavía ayudas específicas a la suya, Iberia. Y es que, en el caso español se deberá conciliar el apoyo a ésta con su proyecto de compra de Air Europa, así como las fórmulas legales para garantizar que Iberia pueda seguir operando en el mercado interior europeo a pesar del Brexit.
Alguien me dice: «No hay ayudas para las españolas porque en Europa no consideran aún españolas a todas. Esa es la clave. ¿El Gobierno pretende mutualizar las ayudas para Iberia, pongamos por caso, y que su matriz británica, IAG, se la lleve a Reino Unido y celebren el Brexit?»... Si es así, no, no va a colar....María Jesús Pérez
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