Tenemos un Gobierno que miente, que falsifica, que farfulla y, sobre todo, no sabe gobernar
No encuentro mejor arranque de mi columna de hoy que la tan famosa como acerada pregunta de Cicerón a Catilina para denunciar los tejemanejes de Pedro Sánchez y sus ministros contra los españoles que gobiernan como un rebaño de ovejas: ¿hasta cuándo van a abusar de nuestra paciencia, templanza, estoicismo, resignación y mansedumbre? Cuando creía que los últimos golpes que han recibido (aunque en nuestras mejillas y bolsillos) les habían obligado a ajustarse más a la realidad, nos encontramos con su tripleta defensiva, Nadia Calviño, María Jesús Montero y Salvador Illa, dispuestos a contarnos la vieja milonga a lo largo de una hora, que parecieron doce, ante un cartel que rezaba «MÁS FUERTES». «Está funcionando nuestra gestión», dijo la parlanchina
portavoz, que habla por los codos tanto o más que por la boca, antes de ponerse a explicar cómo se distribuirán los 140.000 millones de euros que llegarán de Bruselas y alardear de que los ERTE «han evitado tres millones de parados», sin que nadie le advirtiera que son unos parados especiales que cobran del Gobierno. Mientras la vicepresidenta de Asuntos Económicos, con la suavidad que acostumbra, nos dio un notición: que la pandemia había alcanzado su cumbre (en realidad su punto de mayor profundidad) a finales de abril y que a partir de primeros de junio 20.000 ERTE se reincorporaron a sus puestos de trabajo, «lo que permite pronosticar», añadió, «un crecimiento robusto en 2021». Mientras, el ministro de Sanidad se dedicó a minimizar los brotes surgidos últimamente con la fácil excusa de que los ha habido en todos los países y que están concentrados en Aragón y Cataluña. Reconoció que son ya 361, «pero el 70 por ciento de ellos son sólo de 10 pacientes». Para resumir, no asustarse, no alarmarse, ningún motivo de pánico. El Gobierno está tomando las medidas oportunas, aunque no dijeron aquello de «no se quedará nadie detrás», que antes nunca faltaba, tal vez por temer que soñase a cachondeo.
Supongamos que es así, ¿por qué se ha perdido un millón de empleos en el segundo trimestre; ¿por qué los socios nacionalistas del Gobierno marcan distancia con él? ¿Por qué volvemos a ser el país de Europa donde surgen más contagiados por habitantes? ¿Por qué el Reino Unido ha establecido una cuarentena a quienes llegan de España? ¿Por qué cada vez más países, empezando por Francia, aconsejan a sus ciudadanos no venir al nuestro? Prepárense para que, en cualquier momento, nos salgan con la vieja canción de que «nos tienen rabia, o envidia, o están mal informados». Cuando la verdadera y única explicación es porque tenemos un gobierno que miente, que falsifica, que farfulla y, sobre todo, no sabe gobernar. Pero como eso no puede decirse en lenguaje diplomático, se limitan a desaconsejar a sus ciudadanos que no nos visiten. Y como hemos empezado por Cicerón, terminemos con él: O tempora! O mores! (¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres!), también de las «Catilinarias», por si algún congresista o senador se anima a leerlas...José María Carrascal
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