El izquierdista Haddad se queda a 11 puntos del ganador, al lograr el 44%. El candidato de derecha radical cantó victoria nada más depositar su voto
«Brasil por encima de todo. Dios por encima de todos». Ese es el lema de Jair Bolsonaro, el excapitán derechista que promete gobernar Brasil entre un revólver y una cruz contra la corrupción. El nuevo presidente electo de Brasil ha vencido la elección más disputada en tres décadas y gobernará hasta 2022, prometiendo liberar el uso de armas y la prohibición de la pluralidad de ideas en las escuelas, en las que ha propuesto implantar un modelo militar.
Con el 94% de los votos escrutados, Bolsonaro lograba el 55% de los votos, frente al 44% de su oponente, el socialista del Partido de los Trabajadores (PT) y «heredero» natural del encarcelado Luiz Inácio Lula da Silva, Fernando Haddad. En la primera vuelta, celebrada hace tres semanas, Bolsonaro consiguió el 46% de las papeletas, frente al 29% de Haddad.
En la jornada de la segunda vuelta de las presidenciales, el exmilitar del ejército partía con ventaja en las encuestas, pero menor que semanas antes, merced a una unión de fuerzas de último minuto contra el autoritarismo.
El paracaidista de 63 años se presentaba junto con el general del ejército Hamilton Mourao, candidato a vicepresidente, un masón de 65 años que ha servido para unir el voto de las logias. Bolsonaro y Mourao contaban con el apoyo de organizaciones conservadoras y sus redes, como las iglesias neopentecostales, que defendieron la fórmula en sus sermones. Haddad remontó algo a largo de la última semana, especialmente después de un discurso agresivo de Bolsonaro, el pasado domingo, en el que inflamó a sus militantes con la frase «Esos marginales rojos serán abolidos de nuestra patria».
Disturbios a lo largo del país
Fue una jornada tensa, frente a la posibilidad de un viraje de Haddad. Un joven, Charlione Lessa Albuquerque, de 23 años, fue asesinado a tiros por desconocidos desde dentro de un vehículo, cuando participaba en un desfile de coches a favor de Haddad, en Pacajus, estado de Ceará. Hubo avisos de disturbios y disparos al norte del país, mientras que vándalos destruyeron urnas electrónicas que tuvieron que ser reemplazadas en Sorocaba, municipio de São Paulo. Todo ello en una elección en la que Bolsonaro prometió armar a la población contra la violencia.
Bolsonaro, que fue apuñalado en un acto callejero en septiembre, votó en Río de Janeiro bajo un fuerte dispositivo de seguridad, con un chaleco antibalas, y entró al centro de votación por una puerta lateral. Haddad, que votó en Sao Paulo, fue recibido por manifestantes que lo esperaban con rosas y libros, un símbolo de la campaña del catedrático contra las armas de su opositor.
En las últimas 24 horas antes de la apertura de las urnas personalidades y artistas brasileños abrieron sus votos a favor de Haddad y por la democracia, intentando un improbable vuelco. Fue una especie de frente político improvisado contra el candidato derechista, frente al fracaso de una unión entre los candidatos que perdieron la elección en la primera vuelta.
Señalado por el antipetismo que impulsó a Bolsonaro, Haddad, un izquierdista moderado, tuvo dificultades para construir el frente de centro que soñaba. Entre los candidatos de ese espectro obtuvo apenas el apoyo de dos disidentes del PT, Guilherme Boulos, líder del movimiento sintecho y del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), y de la ambientalista Marina Silva, de Rede, que le ofreció un voto crítico, con reservas hacia su partido.
El laborista Ciro Gomes, que viajó de vacaciones a Europa sin respaldarlo tras la primera vuelta, retornó recomendando a sus electores que votasen por la democracia, pero que «nadie» estaba «obligado a votar contra sus convicciones». Fue un jarro de agua fría para Haddad, que en la última semana buscó un viraje en las calles, recibido por multitudes en Fortaleza, Pernambuco, Bahía, Río de Janeiro y en la ciudad de São Paulo, donde fue alcalde. Eran las regiones en las que tenía más posibilidades de crecer, al contrario del sur y del norte.
La sorpresa llegó al mediodía del sábado, cuando Haddad recibió uno de sus apoyos más importantes de su campaña. El expresidente de la Corte Suprema, Joaquim Barbosa, con fuerte simpatía entre bolsonaristas, reveló su voto por el petista. «Por primera vez en 32 años de ejercicio del derecho de voto, un candidato me inspira miedo. Por eso, votaré por Fernando Haddad», declaró en Twitter.
Repentinos apoyos
Barbosa lideró la primera actuación contra petistas históricos del primer gobierno de Lula da Silva (2003-11). Bajo su batuta cayeron, acusados por corrupción, viejos líderes del partido como José Dirceu y José Genoíno. Considerado una de las caras anticorrupción y anti-PT, el juez, que desistió de presentarse como candidato poco antes de cerrarse el plazo de inscripción, tenía un 10% en los sondeos preelectorales.
Otro apoyo desconcertante fue el del exfiscal general Rodrigo Janot, uno de los padres de la Operación Lavacoches, el gigantesco caso de corrupción que tumbó a los políticos tradicionales y llevó a la prisión a Lula da Silva. «Por exclusión, voto a Haddad», sorprendió el fiscal, añadiendo que no podría dejar pasar un «barato discurso de intolerancia».
Los repentinos apoyos de importantes hombres anticorrupciónse sumaron a una corriente de afamados artistas de la televisión y de la música que pidieron voto a favor del petista. La cantante Maria Bethania, que nunca había declarado voto, se fotografió con una camiseta de Haddad.
Un voto insólito llegó de la arena digital, principal vehículo de Bolsonaro para llegar donde llegó. Felipe Neto, el youtuber más famoso de Brasil, un comediante con 27 millones de seguidores: «En 16 años de PT, fui robado, pero nunca amenazado. ¡Autoritarismo, nunca más!», proclamó....
https://www.abc.es/ MRF
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