Durante demasiado tiempo hubo miedo a ofender a quienes viven de la mentira histórica
Más allá de las malas bromas que gasta ese prestidigitador fracasado que es José Félix Tezano para enchufarnos sus fabulaciones por cortesía del CIS, las cosas se han puesto interesantes. No porque Pedro Sánchez se haya hecho el ofendido porque le han dicho algo muy cierto: que es socio de los golpistas, colabora con los golpistas y es lo que es gracias a los golpistas, a los que él corresponde con el continuo desarme del Estado. Cuando, para aferrarse al cargo que asumió con una promesa traicionada, está dispuesto a tener de socios a una banda de asesinos y secuestradores, a otra de delincuentes que proclamaron una república en una región española y a todos los enemigos de España y la Constitución, no se puede tener la piel muy fina. Ni pretenderse muy digno en esta siniestra alianza que había jurado jamás haría. La dignidad no se simula como una tesis.
Además, el propio Sánchez en el Congreso y Carmen Calvo ayer confirman las palabras de Pablo Casado. Han asumido la defensa de los golpistas en la calificación del delito frente a los cargos que presenta la acusación. Así, el Gobierno está con los golpistas en este juicio. No quieren sentencias serias que sean disuasorias para cualquier nuevo golpe. El Gobierno quiere liberar cuanto antes a los golpistas para poder hacer negocios con ellos. Igual que los comunistas de Podemos y los demás que ven cerca sus pequeñas tiranías en los despojos de la nación y geografía españolas.
Los españoles que saben algo de historia son conscientes de lo importante que es que los cabecillas del golpe sean condenados a largas penas por rebelión y sedición y que las cumplan como lo hicieron los jefes del golpe de Estado del 23-F. Es necesario para neutralizar definitivamente el peligro del Estado fracasado y de un brote incontrolado de tiranías de izquierda chavista y nacionalistas comunistas, esa muerte de España. En 1917, salvo Indalecio Prieto, que se escabulló, los responsables de la huelga revolucionaria que causó un estallido de odio, violencia y muerte, entre ellos Largo Caballero y Besteiro, fueron detenidos, juzgados y condenados a reclusión perpetua. Meses después, estaban en las listas de las elecciones a las Cortes. Y los liberaba una amnistía que firmó Alfonso XIII. En 1934 ocurrió lo mismo. Los golpistas condenados por la República, Lluis Companys a 30 años, eran liberados con el triunfo fraudulento del Frente Popular. Poco después llegaba el golpe del otro lado y volaba por los aires un régimen ya pelele de la izquierda revolucionaria. El liberado Companys volvió a Barcelona y se convirtió en un azote culpable de miles de asesinatos y fusilamientos de inocentes. Fue una tragedia que lo fusilara Franco. Si lo hubiera hecho la República cinco años antes, se habrían salvado miles de víctimas del propio Companys. Y quizá se había salvado la II República misma.
Ahora, la gran novedad está en que Pablo Casado y Albert Rivera no tienen miedo a usar verdades de carga profunda. Han sido 35 años de insultos a España en el Congreso sin que nadie recordara a ERC la sangre inocente que vertió. Se ha hecho. El PSOE es otro con siglas que no soporta una memoria histórica con mínima decencia. Durante demasiado tiempo hubo miedo a ofender a quienes viven de la mentira histórica. Así era imposible defender la verdad. Ahora surge en toda España una ofensiva por la verdad. Sin miedo. Contra esa mentira histórica que el Frente Popular quiere convertir en Código Penal para intentar acabar definitivamente con la libertad de los españoles....Hermann Tertsch
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