No Al Olvido

sábado, 27 de octubre de 2018

# La visitante que quería intimidar...!!!! Video..Debe haber muertos para conseguir la independencia Agustí Colomines



Si Puigdemont entendiera la política catalana, sabría que cuando Jaume Clotet y Agustí Colomines son los dos grandes asesores que te quedan, es la hora de invertir tus ahorros en abrir un bar o una peluquería.
Como en cualquier sistema tribal, el mayor odio es entre hermanos. Es extrema la degradación que está experimentando el independentismo político: ya no respetan ni a los presos. La semana pasada, Agustí Colomines, uno de los estrategas de Puigdemont, dijo que sin muertos la independencia cuesta más. Y esta semana ha mandado a su novia, la diputada Aurora Madaula, a intimidar a Jordi Sánchez a la prisión de Lledoners porque no le quiere al frente de la Crida, la plataforma independentista y transversal que quiere impulsar el expresidente de la Generalitat, pero a la que de momento nadie, ni su propio partido, ha querido sucumbir.
Colomines no quiere a Sánchez porque no es de su cuerda: los dos son independentistas, los dos del entorno de Puigdemont y el odio africano es su característica. Tribu dentro de la tribu. Hutus y tutsis despachan sus diferencias a machetazos. A lo lejos, Puigdemont ve cómo su poder se va apagando y Ferran Bel, el alcalde de Tortosa, lleva días telefoneando a sus compañeros del PDECat para que no acudan a la convención fundacional de la Crida que tendrá lugar este fin de semana en Manresa.
Barcelona se impone a Waterloo. Y Madrid vuelve a ser más importante que Bruselas. El mayor enemigo de la realidad –el presidente Rajoy lo dice– es un loco. Pero no es la Crida el único fiasco de Puigdemont. El llamado consejo de la república tampoco le ha funcionado. Esquerra no quiere saber nada y Elsa Artadi dijo el martes que el Govern no le debe ninguna obediencia. Otro pesebre considerable, el Consejo Asesor Constituyente, éste más de Quim Torra, nació muerto el martes, y Lluís Llach, que lo dirigirá, advirtió que «ni pretendo ni me corresponde redactar una constitución».
Esquerra por un lado, en su determinación por hacerse con la centralidad de la política catalana y con la Generalitat, y el PDECat por el otro, en su afán por no desaparecer, son, mucho más que cualquier «represión» del Estado, los extintores de la débil llama de Puigdemont. Los convergentes de toda la vida no saben qué margen de maniobra tienen para pararle los pies pero se han cansado de la humillación permanente y están dispuestos a tomar riesgos por defender el poco partido que les queda. En este mismo sentido, que el Gobierno descarte la rebelión, y la posibilidad del indulto posterior, alivia el horizonte de Junqueras y aleja al fugitivo no ya de cualquier posibilidad de volver a España sin ir a la cárcel, sino de la menor relevancia en el escenario político catalán (y español) de los próximos años.
No sólo se ha roto Cataluña antes que España, sino que también el independentismo se ha partido por la mitad. Y a su vez, la mitad convergente también se ha partido siendo una ‪de las dos la que va a dispararle el tiro de gracia al artífice de la independencia más breve y vergonzante de todos los tiempos. Ningún juez ha podido llegar tan lejos en la destrucción del «procés» como los propios independentistas. La articulación política del catalanismo ha vuelto a naufragar y de los 70 diputados con que contaban al principio de la legislatura les quedan sólo 59: perdieron de entrada a Toni Comín, luego a los cuatro de CUP. El presidente del Parlament, Roger Torrent, dejó sin voto a los cuatro suspendidos que se negaron a delegar, y los dos diputados de los Demòcrates de Antoni Castellà, ya han advertido que no volverán a votar «autonomismo».
Por supuesto, mandar a tu «sparring partner» a la cárcel, tal como Tom Hagen visita a Frank Pentangeli en su aislamiento, es indicativo de una desesperación terminal. Si Puigdemont entendiera la política catalana, sabría que cuando Jaume Clotet y Agustí Colomines son los dos grandes asesores que te quedan, es la hora de invertir tus ahorros en abrir un bar o una peluquería.
También en el «procés» habrá alguien que se echará en breve a dormir en la bañera, pero no será Pentangeli/Jordi Sánchez, sino este padrino de tercera regional que es Carles Puigdemont, nigromante enloquecido, carne de presidio o de trágico destino, como cualquiera que osa desafiar a la terrible maquinaria de un Estado. Él no se lo espera, pero le están preparando su propia visita. No será España, serán los suyos. A fin de cuentas, Gerona, como Sicilia, es también una provincia...Salvador Sostres
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