En pleno proceso de contratación de trabajadores para poner en marcha la tercera línea de producción de la fábrica, LM Wind Power se ha convertido en la principal industria del Bierzo. En el primer trimestre de 2019, su plantilla rozará el millar de personas y, aunque las últimas contrataciones tienen una vigencia de 18 meses, el horizonte invita al optimismo. Aún con todo, la prudencia es la base del discurso del director de la planta.
—¿En qué punto está el proceso de implantación de la nueva línea de producción?
—Hemos incorporado ya a cerca de cien personas y vamos a incorporar a otras 80 en el primer trimestre del año. La línea de producción se va a arrancar, probablemente, antes de finales de año, pero hay que tener en cuenta que la producción empieza a un ritmo muy bajo, porque tiene que pasar un período de aprendizaje de varios meses. Por eso, vamos a arrancar la línea antes de final de año pero no estará en plena producción hasta finales del primer trimestre de 2019. Con lo cual, durante todo ese período de tiempo, la producción se irá incrementando gradualmente.
—¿Cuáles son, ahora mismo, los mercados de referencia de la planta de Ponferrada?
— Lo primero que hay que decir es que tenemos una buena noticia. Acabamos de empezar a producir para el mercado nacional, algo que no se había hecho en los últimos ocho años. La buena noticia es ya están saliendo las primeras palas para parques en Aragón. A parte de eso, los mercados naturales de exportación que tenemos son los del norte de Europa. Hablamos de Alemania, Holanda, Suecia, Noruega, Polonia y también Francia.
—¿Hacia dónde se dirigirá la producción de la nueva línea?
—La nueva línea de producción es consecuencia de una demanda global, con lo cual no está determinado a qué países en concreto va a ir. No es para España, eso sí está claro; pero no sabemos, hasta que no estemos más metidos en el año que viene, qué proyectos va a tener que trabajar. No obstante, esta demanda no se cubre solo con la producción de Ponferrada. LM tiene quince plantas en el mundo y varias de esas plantas estamos trabajando conjuntamente para suministrar palas a la nueva demanda.
—¿Cuánto tiempo durará el proyecto de Aragón?
—Van a ser varios parques. Hace aproximadamente tres semanas iniciamos el suministro del primero de esos parques y la previsión es seguir este año y también el que viene.
—¿Estamos ante un resurgimiento del mercado nacional o algo puntual?
—Durante muchos años no hubo prácticamente ningún movimiento eólico de instalación de nuevos megavatios en España. Hace dos años, tuvimos la subasta y se ha traducido en los primeros proyectos, que son los que ya estamos sirviendo. Desde ese punto de vista, el hecho de que existiera una subasta después de tantos años de sequía, claro que fue positivo. Ahora lo que hay que hacer es mantenerlo, no vale una subasta que nos proporciona un poco de trabajo durante un par de años. Lo que tenemos que hacer es algo sostenido. Ese es el desafío, que no sea flor de un día.
—¿Qué tiene que cambiar para que eso sea así?
— Fundamentalmente, hay que seguir con las políticas de apoyo a renovables, realizar las correspondientes subastas para que se materialicen los proyectos y, a partir de ahí, que eso es lo que corresponde a las administraciones; el resto ya forma parte de la iniciativa privada. Los fabricantes tenemos que ser cada día mejores, tener los mejores costes, dar mejores maquinarias y, entonces, iremos asegurando el mercado.
—Hablamos de energías renovables en una zona en la que el carbón lo ha sido todo. ¿Puede ser este sector industrial un digno sustituto?
—Una sola empresa no puede sustituir a todo un sector, pero casi mil empleos es una buena aportación. ¿Puede seguir creciendo el sector? Sinceramente, ahora mismo es un momento de consolidación. Cada vez más, trabajamos en un mercado global que nos pone desafíos que tenemos que intentar consolidar y, a partir de ahí, empezar a pensar en crear. Qué significa esto en términos reales, que tenemos que ser conscientes de que, incluso en la misma Europa, hay países que son capaces de producir un 60 o un 70 por ciento más barato que nosotros. Cómo se puede ser competitivo en esa situación, pues atacando dos pilares básicos: ser más productivos y reducir los costes. Hay que conjugar las dos cosas y ahí es donde nos tenemos que centrar.
—¿Por qué otros países producen más barato?
— No es ningún secreto que los costes salariales son mucho más bajos en otros países que en España. También puede haber diferencia en los costes de materia prima, fundamentalmente por el transporte, y también puede haber diferencia en los costes fijos de explotación. Pero digamos que el mayor contribuyente son los costes laborales.
—Pero ¿ese objetivo de ahorro de costes repercutirá en las condiciones salariales de los trabajadores de la planta?
—La política de LM en cuanto a contratos siempre ha sido muy clara, la de intentar tener un porcentaje muy elevado de personal con contrato permanente. De hecho, vamos subiéndolo año tras año. Pero no, no estamos hablando de los contratos ni de recortes salariales, estamos hablando de contención en los incrementos. Somos conscientes de que la situación económica está cambiando y LM es uno de los responsables, pero mi misión es poner los números encima de la mesa y no perder de vista que, al final, esto es una situación de hoy y para que se mantenga tenemos que mantener la competitividad.
—¿Se puede predecir lo que ocurrió hace años para prevenir una nueva crisis en la fábrica?
—La única forma de estar en buenas condiciones frente a un nuevo estancamiento es trabajar en lo que acabo de decir: productividad y costes; pero no podemos esperar a trabajar en eso cuando el problema está ya encima de la mesa. Hay que trabajar desde mucho antes.
—¿Cuáles son las fortalezas de la factoría berciana de LM?
—En primer lugar, la madurez. Es una fábrica que se inaugura en el año 2000 y que tiene mucha historia positiva y negativa. Lo bueno es que de la positiva hemos aprendido y de la negativa, también. Lo segundo, el comportamiento de los trabajadores, la pasión y las ganas que le ponen al trabajo.
—¿Y las debilidades?
—El punto más débil es el de los accesos que tenemos y las distancias a los puertos. Cada vez más las palas van siendo de mayor tamaño, cada vez los desarrollos marinos son más importantes y se tiende a construir plantas en los puertos o cerca de ellos y nosotros, desgraciadamente, el puerto más cercano lo tenemos a 200 kilómetros. En este sentido, no vamos a poder cambiar la planta de sitio, pero sí podemos trabajar en que los accesos sean mejores.
—Ahí entra en juego la administración
— Correcto, es todo responsabilidad suya. No podemos permitirnos el lujo de tener problemas a la hora de expedir palas hacia Madrid o hacia La Coruña, que básicamente son las dos direcciones en las que las podemos expedir. Y, a parte de eso, hay que mejorar la comunicación y la cantidad de puertos accesibles, no solamente con el de Ferrol, que es el que utilizamos. Hay puertos en el norte de Portugal y en Galicia a los que no podemos acceder porque no tenemos ningún acceso. Cuantos más abriéramos, más posibilidades tendríamos.
—¿Hay hueco en el Bierzo para otras energías renovables?
—No me toca a mí decirlo, eso tiene que ser la iniciativa privada, pero claro que la energía renovable es un mercado que va a crecer en los próximos años y, si se apostara desde España, se podría crear algo más. No es fácil porque venimos de ocho o nueve años de un parón muy fuerte que afectó a todas las estructuras, pero sí se podría.
—¿Entiende la oposición ecologista a los nuevos proyectos industriales y la única defensa del sector primario?
—Es un tema en el que quiero ser especialmente prudente, pero sí le pido a todos los actores que echen un vistazo a otros países que tienen una conciencia ambiental, como mínimo, como la española o superior y tienen industria. Si ellos pueden, ¿por qué no vamos a poder nosotros? Tenemos unos marcos de referencia europeos que medioambientalmente son los más avanzados del mundo y si el resto de comunidades europeas han sido capaces, ¿por qué el Bierzo tiene que ser una burbuja sólo dedicada a un sector. No es excluyente..
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