La izquierda y la Justicia
La izquierda nunca ha entendido la división de poderes porque nunca entendió la libertad. La derecha entiende la libertad aunque a veces se ponga facha y por ello el Rey Juan Carlos, Torcuato y Suárez pudieron realizar la Transición desde el vientre del franquismo y se convirtieron en perfectos demócratas, y en cambio Carrillo es cierto que cedió en algo pero continuó siendo comunista y justificando las mayores atrocidades de la Historia. Lo mismo sucede con Pablo Iglesias o Pedro Sánchez y su tenebrosa servidumbre mediática. No entienden la libertad y no es casualidad que su ideología sea la más sanguinaria y mortífera de todos los tiempos. El independentismo, escorado en la izquierda y en la extrema izquierda tampoco entiende
la libertad, ni la Justicia, y así ha acabado en la cárcel, que es donde acaban los que no entienden el orden, la convivencia y por supuesto la libertad. Los ministros y el presidente italiano se están sometiendo con naturalidad a la acción de la Justicia y en España la izquierda cree que ponerla ante la Ley es una orquestación fascista, como también lo creyeron los líderes independentistas y así su turba incendió el mes de octubre pasado las calles de Barcelona. Pablo Iglesias piensa de la separación de poderes lo que pensaba Hugo Chávez y ahora piensa Nicolás Maduro. Pedro Sánchez es su socio preferente en el negocio. El último socialista que entendió la democracia y la libertad fue Felipe González.
Tal vez en algún momento la izquierda logre hacer su transición hacia la libertad y tendrá entonces un proyecto válido para una sociedad moderna. Tal vez la izquierda logre con el tiempo elaborar alguna idea más allá de traficar con las bajas pasiones de los desesperados, de los ignorantes, de los que creyendo que votan a quienes les protegen, eligen a los que jamás han sabido hacer otra cosa que crear más miseria y más muerte, especialmente entre los más necesitados y débiles. Tal vez llegue el día en que la izquierda se vuelva lúcida, generosa y se apiade de sus votantes en lugar de retorcerlos, exprimirlos, humillarlos y lanzarlos a la cola del hambre y el paro con sus políticas contrarias a los intereses de la Humanidad, basadas en la incomprensión de cómo se crea riqueza y puestos de trabajo.
Tal vez, tal vez llegue este hermoso día soleado o tal vez no llegue nunca. Yo tengo poca esperanza y un interminable recuento de cadáveres...Salvador Sostres
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