El Tío de la Rebequita debería decir cada día las empresas que han decidido no abrir más
Me da la impresión de que de golpe le ha dado al Gobierno una como prisa por convencernos que el Covid está vencido y que la «nueva normalidad» está a la vuelta de la esquina. Y en plan «superdrástico, tía», anuncian que van a terminar ya con lo que le ha dado la puntilla a la ruina económica: el aislamiento de las provincias, la prohibición de pasar de una a otra. ¿De qué ha servido que abran los hoteles, si las fronteras estaban cerradas y no se podía pasar de una provincia a otra? ¿Para qué queríamos abiertos los hoteles de la Costa del Sol, si a los de Marbella sólo podían ir los que vivían en Antequera, y no
los españoles de otras provincias? De ahí tanta ruina, añadida a la anterior, que ya la hubo. Pablo Casado lo ha resumido: «Desde que Sánchez gobierna han cerrado 6.794 industrias en España, más de 100.000 empresas han quebrado, un millón de autónomos han cesado su actividad y 4 millones de trabajadores han acabado en ERTE».
En su comparecencia para dar las cifras de la lucha contra el Covid, el Tío de la Rebequita debería decir cada día, aparte de los contagiados, los hospitalizados, los curados y los fallecidos, las empresas que han cerrado o que, tras el confinamiento, han decidido no abrir más. Sería el mejor indicador de la que se nos viene encima. Que la crisis económica va a ser peor todavía que el pánico ante la enfermedad que sentíamos en marzo, cuando todos estábamos en arresto domiciliario. Entre los muchos grandes errores del Gobierno en esta crisis, el peor quizá haya sido el confinamiento de las provincias, el cierre de las fronteras interiores. Y el garrafal, cuando en media Europa se intentaba reactivar el turismo, anunciar que todos los viajeros que llegaran a España desde otros países tenían que pasar una cuarentena de catorce días. Luego lo anularon, y dijeron que desde el 1 de julio había barra libre para entrar por nuestras fronteras. Pero el daño estaba hecho y Francia ya había tomado la represalia de exigir también la cuarentena a los viajeros que llegasen de España. ¿Se han enterado en Europa que han sido anuladas esas descabelladas medidas? Aunque las compañías aéreas anuncien que abren rutas en julio y en agosto, ¿quién va a venir con la fama que tiene ya España en Europa de mal gobierno de la crisis?
Como aquel «algo se muere en el alma cuando un amigo se va» que tanto gustó a San Juan Pablo II, Ana Botín ha dicho en la Cámara de Comercio de España: «Cada día que una empresa no abre son muchos los empleos perdidos». Tomo sus palabras y la triste realidad de la metáfora de los bares de Sevilla. En Sevilla hay 4.500 bares, muchos de ellos montados con el dinero del despido por los afectados por el cierre de empresas en anteriores crisis y reconversiones industriales. Tras el descabellado confinamiento empresarial, de estos bares han vuelto a abrir sólo unos 2.000. Pero del resto, el presidente de la patronal de Hostelería ha dicho: «Hay unos 500 negocios que no van a volver a abrir nunca más ante la mala situación que está pasando el sector. Ojalá se quede en esa cifra, pero pensamos que se va a doblar. Necesitamos el movimiento entre provincias y es muy difícil mantener así un negocio. Muchos hosteleros han hecho inversiones bárbaras con alquileres desproporcionados, algo ante lo que hay preocupación y miedo, con muchos alquileres que no se han podido negociar con el dueño». Los dueños de locales comerciales, especialmente de hostelería, han sido lo que las familias cuando la crisis de 2008: los paños de lágrimas que han amparado a los pillados por el toro de la crisis. ¿Cuántos alquileres han sido rebajados para que esos negocios no cerraran? A pesar de ello, siendo el bar un símbolo minimalista de la actividad turística, que 500 bares no abran más en Sevilla es una ruina. Y muchos cientos de parados más....Antonio Burgos
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