Otra trampa, otra oportunidad para que Iglesias continúe asaltando el cielo
De luto riguroso, con voz quebrada de dolor y cólera contenida, pidió Pedro Sánchez a un Congreso semivacío la sexta prórroga del estado de alarma. Todo teatro, pues tenía la aprobación asegurada. Pero nuestro presidente haría un buen papel en los culebrones mejicanos. Lo importante era descargar su displicencia sobre quienes no iban a votarle, «Casado Abascal, Abascal Casado, tanto monta, monta tanto», defender la manifestación feminista, «¡Viva el 8 de marzo!», y envolverse en el más elemental patriotismo «España es un país extraordinario, el mejor del mundo, donde no hay buenos ni malos españoles», al tiempo que advertía «el peor veneno es el del odio, la violencia verbal». Ni por esas. El presidente recibió críticas incluso de quienes le
habían llevado a La Moncloa, en muy diferentes tonos desde luego, desde las rotundas, como la de Casado, que le acusó de «hablar de veneno el que reparte cicuta», a la de Abascal «lo que ha dicho equivale a decir ¡viva la muerte!», pasando por el portavoz de Ciudadanos, «dime con quién pactas y te diré quién eres», y el de ERC, que lo más lejos que va es a abstenerse. A estas alturas, nadie se fía de Sánchez, y cada vez tiene que pagar más caro que no voten contra él, como le ocurre con el PNV, el más beneficiado en esta partida donde se está jugando España. La «geometría variable» que está usando para seguir en el poder, pactar con unos u otros según el tema, nos está saliendo carísima a los españoles. Hay bastantes, sin embargo, a los que no parece importarles.
Hubo dos puntos más en la prédica del presidente que merecen atención. El primero, que justificó el cese del coronel Pérez de los Cobos en que evitar una «policía patriótica», o de extrema derecha, dispuesta a dar un golpe si ve en peligro la unidad o continuidad de España. ¿Tiene algo que ver con lo que también se ha dicho sobre el plan de reorganización de la Guardia Civil? Al menos tiene algunas preocupantes coincidencias y habrá que mirar con lupa esa plan no nos vaya a resultar un «autogolpe», un golpe desde dentro del Gobierno, como los que ya ha habido varios en distintos países últimamente.
El segundo punto es, si no tan grave, el más puro estilo Sánchez. Calificó de «última» la prórroga del estado de alarma que acaba de aprobarse. Pero anunció a continuación un real decreto «que recogerá todas las medidas sanitarias que tendremos que continuar observando hasta que tengamos una vacuna o tratamiento terapéutico eficaz que nos permita recuperar nuestros hábitos anteriores». O sea que, a todos los efectos y con otro nombre, seguiremos lo mismo, él gobernando por decreto ley y nosotros obedeciendo. Otra mentira, otra trampa, otra oportunidad para que Iglesias continúe asaltando el cielo y nuestros bolsillos, los independentistas, sacando más concesiones y el matrimonio Sánchez Pérez-Castejón durmiendo en La Moncloa. Podría añadir «con los españoles en Babia», pero resulta obvio....José María Carrascal
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