Soñar siempre se puede, principal aliciente de la lotería
El «gordo» europeo debería llamarse «supergordo», pues son 750.000 millones de euros a repartir, lo que sobrepasa todas las loterías habidas y por haber. De ellos, 140.000 millones corresponden a España, que la sacarían de penas, como a los afortunados por Navidad. Pero hay que ganárselos, no basta la suerte y la condición básica es que deben emplearse en reparar los daños causados por el Covid-19 y enjuagar el enorme déficit que arrastran la mayor parte de las economías europeas, también un trabajo de Hércules. Pero el Gobierno Sánchez está dispuesto a que no se le escape, pues le va la vida en ello. Y lo primero que ha hecho es encargar a Nadia Calviño, con excelentes conexiones en Bruselas,
presentar un plan tan amplio como ambicioso para convencerles de que se cumplen sus condiciones. Dejando aparte a Iglesias, cuyo nombre empieza a ser allí anatema.
En último término, o primero, se trata de responder a la pregunta: ¿quién crea más riqueza, la iniciativa privada o la pública? La experiencia advierte que la pública es un pozo sin fondo, tal vez por aquello de doña Carmen Calvo «el dinero del Estado no es de nadie», y el ejemplo de Zapatero, que se gastó el poco dinero que quedaba en la hucha en rotondas y aceras que dejaban muy bonitos los pueblos, pero no solucionaron la crisis de 2008. Al revés, la agravaron. El plan de inversiones de la ministra de Economía está mucho más pegado a la realidad y empieza por no desmantelar lo que funciona, como la reforma laboral de PP o las subidas de impuestos a las grandes empresas, e invertir en lo que funciona, como ayudar a las empresas que han tenido que cerrar al quedarse paradas por la confinación, extender los ERTE a los trabajadores que se han quedado sin empleo aunque esperan recuperarlo y ayudas directas a dos sectores: turismo y automovilismo, básicos en nuestro PIB. Ya a más larga vista, se busca una educación que facilite el teletrabajo, como alternativa al de oficina no sólo en momentos de crisis, sino general, por el ahorro que supone y otras novedades que exige la economía del siglo XXI.
No tiene mala pinta, pero despierta dos grandes dudas. La primera, que si del dicho al hecho hay mucho trecho, las promesas de los gobiernos suelen quedarse en la mitad de la mitad e incluso en nada, en los casos extremos. La segunda, tiene que ver con lo que acabo de decir: ¿va a aceptar Podemos, o concretamente Iglesias, este plan que excluye sus principales objetivos e incluye cosas que no le gustan nada? No lo sabremos hasta que reaccione. Aparte de que habrá que ver con lupa su letra pequeña, en la que suele esconderse la celada. En Bruselas lo saben y no dejarán de hacerlo, no vaya a ser que Podemos se haya colado por algún resquicio. Lo que quiere decir que el supergordo europeo sigue tan lejos como el gordo de Navidad. Pero soñar siempre se puede, principal aliciente de la lotería.....José María Carrascal
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