El alcalde de Ponferrada, Olegario Ramón,
ha anunciado este domingo que el próximo mayo se
incorporarán los veintidós nuevos agentes
que pasarán a elevar el número de la plantilla
de la Policía Local de Ponferrada,
que en los últimos años está reducida a 47 miembros.
Así lo ha anunciado en la primera celebración de
la festividad del patrón de la Policía Local,
San Miguel Arcángel, en la que se ha hecho entrega
de las medallas al mérito de la Policía Municipal
con distintivo de plata al fiscal jefe de Ponferrada,
Jacinto Villalvilla, y al magistrado de
lo Penal Óscar Hernáiz por su colaboración
Esa cantidad, que reforzará la plantilla hasta
convertirla en 69 miembros, no es suficiente
para paliar las necesidades, que seguirán teniéndose
en cuenta en los próximos presupuestos, ha opinado.
El concejal de área, José Antonio Cartón, espera
que los números se sigan incrementando hasta conseguir
alcanzar los 82 miembros y precisa que "dependerá de
la oferta de empleo público", aunque espera que
se permita la tasa de reposición que es del 115 en Policía
"Ramón ha destacado el trabajo de los agentes,
"una policía muy concienciada y que participa en
la labor social" además de regular el tráfico.
El intendente de la Policía de Ponferrada,
Arturo Pereira ha asegurado que los casos que
más se han elevado en los últimos años son
las intervenciones de ayuda a mayores
que se encuentran solos.
"Tenemos que ser parte de ese tejido social
que define nuestra sociedad", ha apostillado.
Pereira también ha apuntado que los agentes
protagonizan campañas
específicas, la última la de vigilancia de
frutales para prevenir robos durante la recogida.
En este sentido, ha anunciado que los productores
han sugerido que se inicie antes, puesto que
la fruta se roba incluso en verde.
Matavenero..
Acróbatas, malabaristas, danzantes y bailarinas,
música de autor, agro punk, hip hop, ska y reggae,
rock and roll y folk fusión. Y también una curiosa
‘Agro-Olimpiada’ donde las pruebas premiaban a leñador
más hábil, al más rápido en una carrera de sacos, o al
más calculador en el ajedrez vikingo. Todo eso
ha ocurrido en los últimos cuatro días en la eco
aldea de Matavenero, que en la rodilla rocosa de una
de las montañas de Torre del Bierzo ha celebrado
sus primeros 30 años desde su refundación
por un grupo pioneros.
Abandonada desde los años sesenta, en 1989,
un reducido grupo de jóvenes del movimiento
internacional Rainbow convencieron a la Diputación,
el Ayuntamiento y a los antiguos vecinos de que les
dejaran sacar adelante su idea de repoblar Matavenero.
En la fiesta ha participado el entonces alcalde
y hoy concejal, Melchor Moreno, junto a pioneros
como Nina Schaer y Uli Wuttke.
Ojo del Águila...
Como si de una señal mesiánica se tratara,
al cartel que reza sobre la puerta del «cementerio»
de Cadafresnas (Corullón) le desaparecieron dos
letras, la «e» de eterno, y la «o» de olvido.
«Eterno olvido» es lo que se aprecia en estos
pueblos renqueantes de habitantes y montañas
de brutal belleza natural.
El Bierzo lleva décadas centrando la promoción
turística oficial en algo tan fundamental y necesario
como son Las Médulas, Peñalba de Santiago, el castillo
de Ponferrada y algún paraje más, ahora en declive por
falta de ambición, como el Morredero. Funcionan relativamente
bien el Catoute y Miravalles, pero los otros
valles y picos del Bierzo Suroeste parecen no existir
para el gran público turístico; salvo algunas excepciones
como el Hayedo de Busmayor y la ruta prefijada del
Camino de Santiago. Y, ciertamente, el potencial se
certifica perdiéndose a pie o en coche por esas montañas
de Corullón, Barjas, Oencia, Sobrado, Toral, Balboa,
Villafranca o Vega de Valcarce,
llenas de valles surcados por ríos y arroyos.
Un ejemplo del gran valor postergado lo encarna
la cumbre de la Peña del Seo. Sudando bien la
camiseta si no se está entrenado, desde la base
cuesta subir a pie menos de dos horas, pero la
recompensa en la cima de 1.576 metros es inmensa.
Estar allí arriba gratifica el espíritu de tal manera
que el tiempo parece detenerse por momentos.
Y esa quietud natural recarga el alma para
sobrellevar peores momentos.
Con un simple giro de cabeza se puede apreciar
desde el alto de la Peña del Seo lo ínfimo que parecen
los picachos anaranjados de la mina de oro de Las Médulas
(se ven también las de La Leitosa), así
como las cumbres de Campo das Arcas, dando silueta al
valle bajo del río Cabrera, o los límites con
la gallega Valdeorras y O Courel. También la imponente
cordillera de montañas y valles profundos que dibujan pueblos
de postal como Mosteirós, Peñacaira, Corrales, Cadafresnas,
Dragonte, Viariz, Villagroy, Hornija. Y por supuesto, alzando
la vista de la falda de esta montaña del Ayuntamiento de Corullón,
dónde se ven los restos de la mina y el poblado minero, quedan
grabadas en la retina las imágenes de las cumbres de Ferradillo,
Aquiana y Morredero, amén del Teleno o el Pajariel. Hasta se
desdibuja a lo lejos la figura marrón vertical —a modo de Tetrix—
de la Torre de la Rosaleda, en Ponferrada. No faltan las chimeneas
sentenciadas a muerte de la térmica de Cubillos del Sil y
los vértices montañosos de Laciana con Asturias y los Ancares con Galicia.
Desde las alturas de la Peña del Seo, el viento
limpio hace al caminante ser consciente de
sus limitaciones. Le recuerda que en las entrañas
de ese macizo rocoso retumba la memoria de historias
reales de rudo trabajo minero, en años de supervivencia
y estraperlo del wolfram, el mineral que tanto
codiciaron en la segunda Guerra Mundial los alemanes
para endurecer la aleación del acero, con el que construían
tanques y otro material bélico, y que hoy,
vale lo mismo que la antracita del Bierzo: Nada.
insectos, aves y fósiles
Sobre el cielo de la Peña del Seo suena el
cantar de las choyas y por el sendero se pueden
ver gatas peludas de color negro y anaranjado,
así como restos de líquenes de millones de años
decorando piedras metamórficas cubiertas por océanos.
Hoy el paraje rezuma naturaleza
y la gran montaña parece alzarse como la gran dama que
sigue siendo: Imponente, elegante, sencilla, luminosa,
bella y ruda sin maquillajes.
A muchos de los lectores les podría pasar desapercibida,
pero es uno de los picos planos que se ve desde casi
todos los puntos de la olla central del Bierzo, y
que puede servir de referencia para los que peor se orientan.
Una especie de faro visto desde el Este y centro de
la comarca, donde suelen caer las primeras nieves.
La Peña del Seo depende de Corullón, y su alcalde,
Luis Alberto Arias, al igual que el resto de municipios
colindantes, quiere aprovechar más su potencial de visitas.
Tiene en marcha planes para un refugio en el poblado y mejorar
las rutas. Recuerda Arias que Corullón no puede ser olvidado
en las ayudas para la recuperación del patrimonio industrial
del carbón por su arqueología del wolfram. Está dispuesto a
empezar obras con sus pobres medios,
pero espera que le ayuden. Lo merece.
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