Desde aquellos «exámenes patrióticos» tras la guerra civil, no se había visto tamaño coladero
He conocido a todo tipo de profesores en los tres grados de enseñanza, elemental, media y superior, desde los «buenazos» que no suspendían a nadie, bastándoles la asistencia a clase, a los «huesos», que exigían: saber el libro de texto para el aprobado, ampliarlo para el notable y un estudio sobre algún tema tratado para la Matrícula de Honor. Naturalmente, los segundos te obligaban a trabajar más. Aunque eso no quería decir que fueran mejores, porque la clave de la enseñanza no es que el alumno sepa más, sino despertar su curiosidad en la materia, interesarle en ella, algo que sólo logran los verdaderos maestros. Sólo así encontrará su verdadera vocación y seguirá estudiando toda su vida para provecho propio
y de su país.
Que la Educación ha sido uno de los grandes fallos de nuestra democracia lo demuestra que cada gobierno ha sacado un nuevo plan de estudios, acorde con su ideología. Con la consecuencia de que estamos en la mitad inferior de enseñanza comparativa entre países (Informe Pisa), y no por falta de medios, que han venido creciendo. Pero el conocimiento, cuando es auténtico, o sea, búsqueda de la verdad y retrato de la realidad, es neutro, El Principio de Arquímedes o la Teoría de las Cuerdas no son de izquierdas ni de derechas, e intentar que lo sean lleva a errores garrafales en todos los sectores. Así hemos conseguido «la generación más preparada» y la más frustrada.
Esta cadena de disparates va a culminarlas el Gobierno Sánchez en el presente curso, que merece el sobrenombre de «Covid-19». Fiel a su norma de contentar a todos, ha acordado con las CCAA que termine el 31 de mayo, pese a no haber escolaridad en el último trimestre. Pero no se suspenderá a nadie excepto en «casos excepcionales», lo que significa de hecho un aprobado general. Podrá haber «escuelas de verano», si lo deciden las comunidades o ayuntamientos, a quienes se deja su organización y gastos. Los alumnos podrán pasar curso y obtener los títulos correspondientes, aunque algunos profesores consideren que no han aprobado su asignatura. Con la repetición de curso sólo como «medida excepcional», que tendrán que respaldar entre 10 y 15 profesores. En fin, que desde aquellos «exámenes patrióticos» tras la guerra civil, no se había visto tamaño coladero. Claro que este gobierno considera la epidemia del Covid-19 una guerra.
Ni que decir tiene que las familias de los alumnos están de acuerdo, como los sindicatos. Todos ellos son votos y el Gobierno Sánchez necesita votos como los israelíes el maná al cruzar el desierto. Pero ¿se les hace un favor a los alumnos regalándoles el curso? Difícilmente. Los más inteligentes y aquellos con medios para suplir lo perdido, podrán recuperarlo. Pero en el resto, el agujero sufrido en sus estudios este curso va a notarse en los siguientes y, puede, en su formación integral. A alguien que hizo su tesis doctoral a base de corta y pega tal vez no le importe, pero al empresario que vaya a emplearles puede que sí. Si quedan empresarios españoles por aquel entonces.....José María Carrascal

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