La deriva totalitaria del Ejecutivo que preside Pedro Sánchez no se limita a la iniciativa privada
De espaldas al Partido Popular, decisivo para llevar hasta el Congreso la denominada «mesa de reconstrucción» que Pedro Sánchez pretendía instalar en La Moncloa para utilizarla a conveniencia de parte, el PSOE y Unidas Podemos registraron ayer en la Cámara Baja su solicitud de creación de este foro parlamentario. Lo hicieron a su manera, con un temario restringido a su agenda particular y en función de las cuestiones -sanidad, economía, protección social y negociación europea- sobre las que articulan su propaganda. Los socios del Gobierno socialcomunista no quieren, como había solicitado el PP, que en el Congreso se hable, con luz y taquígrafos, de libertades democráticas. Eso no toca ahora.
La deriva totalitaria del Ejecutivo que preside Pedro Sánchez, que no ha dudado en utilizar la fórmula del estado de alarma para imponer un verdadero estado de excepción, no se limita a la iniciativa privada, obsesión de la secta intervencionista que lidera Pablo Iglesias, y tampoco se queda en la guerra declarada al poder judicial por sus socios. Son los propios ciudadanos los que están siendo monitorizados por los agentes del ministro de Interior, encargados ahora de comprobar la afección a un Gobierno que exige lealtad a su proyecto, sostenido por los medios públicos de comunicación e investigación social. En estas circunstancias, de genuina excepción, las Cortes representan el último refugio para las libertades. Las denuncias de Reporteros Sin Fronteras a la política informativa del Gobierno y el criterio de la Fiscalía, que ayer consideró que el estado de alarma no es obstáculo para que se celebren manifestaciones durante la crisis del coronavirus, excusa para prohibirlas, dan cuenta de lo necesario que es plantear una «reconstrucción nacional» basada en el respeto a los derechos constitucionales, no en su atropello....
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