Sánchez sale a mitin por semana, y su Gobierno, a manipulación por día, pero la ciudadanía ha dejado de comprar su mercancía averiada
Un nuevo sondeo de GAD-3 para ABC refleja el enorme grado de desgaste que está sufriendo el Gobierno de Pedro Sánchez durante su gestión de la crisis del coronavirus. Siete de cada diez españoles están convencidos de que el Ejecutivo no saldrá indemne de esta tragedia ni reforzado políticamente, frente a un raquítico 16 por ciento de incondicionales ideológicos que consideran que Sánchez saldrá fortalecido cuando el virus deje de ser noticia. La gestión del Gobierno está siendo nefasta, y las cifras de fallecidos, contagiados e ingresados en las UCI respecto a otros países, incluso con menor densidad de población, son abrumadoras. La desconfianza en el Gobierno crece de manera exponencial por semanas, y su coalición con Podemos ha dejado de ser creíble. Pablo Iglesias aprovecha cada ocasión que tiene para demostrar que hay dos gobiernos en uno, y que en términos objetivos de poder Sánchez está en minoría absoluta. Por más esfuerzos de propaganda que hace, Sánchez pierde apoyo ciudadano porque su gestión no ha podido ser más tardía, más dependiente de la improvisación, más confusa y más falaz ante el ciudadano.
Su último hallazgo en términos de agitación, propaganda y demagogia ha sido culpar a las comunidades autónomas y a la oposición de todos sus errores. Sánchez ha mantenido cerrado el Parlamento durante semanas, ha tratado de acallar a la Prensa libre y crítica, ha mentido a la opinión pública, no existen los test rápidos con los que iba a elaborar un «mapa nacional» de contagios, ha permitido que su Gobierno despreciase al Poder Judicial, desconoce el número exacto de fallecidos por el virus y ahora maquilla las cifras de contagios a conveniencia. No es casual que surjan caceroladas contra la gestión de este Gobierno negligente y adoctrinador, y mucho menos aún que haya un 70 por ciento de españoles que piensen que tarde o temprano será castigado por esta gestión. Sánchez goza de horas y horas televisadas, con ministros en directo y telediarios diseñados para blanquear cualquier error de su Ejecutivo. Nunca se vivió nada igual en nuestra democracia, y nunca nadie trató de hurtar los derechos de cualquier voz crítica con tanto desparpajo.
Por otro lado, los llamamientos a la unidad política son otro ejemplo del desahogado cinismo con el que actúa Sánchez. Al presidente del Gobierno no le interesa ninguna reedición de los Pactos de La Moncloa, sino su pura supervivencia política a costa de lo que sea. Por eso no desautoriza a Pablo Iglesias cuando trata de someter al Poder Judicial, y por eso ningunea a la oposición con gestos chulescos de parlamentarismo basto y desagradecido. Sánchez sale a mitin por semana, y su Gobierno, a manipulación por día. Llegados a este punto, la mayoría de la ciudadanía ha dejado de comprar su mercancía averiada: Sánchez se ha equivocado mucho y ha mentido demasiado....
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