El desplome histórico del PIB en solo quince días hace prever un colapso económico sin que el Gobierno haya presentado un plan creíble y con visos de ser efectivo para evitar la ruina del país
Se acumulan las malas, malísimas, perspectivas económicas sin que el Gobierno sea capaz de ofrecer un horizonte mínimamente esperanzador a través de un plan económico creíble y capaz de atajar los devastadores efectos que la crisis del Covid19 está provocando en el sistema productivo del país. Dos nuevos nubarrones se conocieron ayer: el Producto Interior Bruto sufrió en el primer trimestre, y probablemente solo en las dos semanas de marzo del estado de alarma, un retroceso de más del cinco por ciento, el batacazo más severo desde que hay registros estadísticos. Paralelamente, España anotó, junto con Chipre, el mayor incremento en la tasa de paro de toda la Unión Europea durante marzo con respecto a febrero, ya que creció 9 décimas porcentuales y pasó del 13,6 por ciento al 14,5%, según informó la oficina de estadística comunitaria, Eurostat. Un dato ciertamente pavoroso que encaja con el resultado trimestral de la EPA, conocido en la víspera y que también fue desastroso aun sin contar con los millones de trabajadores afectados en estos cuarenta días por el ERTE.
Tan negro panorama, por tanto, merecería que el Gobierno hubiese dispuesto un plan nacional mucho más ambicioso que el anunciado al principio del estado de alarma, que ya se intuía corto pero que además no ha contado con las herramientas necesarias para que el acceso al crédito o a las ayudas fuera medianamente ágil ante el aluvión de peticiones por parte de autónomos y de afectados por los expedientes de regulación temporal de empleo. Hablamos, aproximadamente de siete millones de trabajadores desempleados o semiempleados en este momento, una auténtica escabechina laboral. A esta falta de reflejos -crónica en toda la gestión gubernamental de esta crisis- se une la incertidumbre que ha provocado el plan de «desescalada» por fases diseñado por el Ejecutivo social-comunista, fundamentalmente por su inconcreción y (cuesta entenderlo) por esa especie de improvisación que rodea a las medidas de vuelta a la actividad en algunos sectores. No es casual que el turismo, la hostelería, el comercio, la cultura y las principales cadenas hoteleras hayan mostrado su rechazo a los planes de «transición hacia la nueva normalidad» alumbrados por el Gobierno. La opinión generalizada es que no solo son insuficientes sino que en algunos casos son muy contradictorios.
Casi lo peor de todo, pues hay que reconocer que el futuro próximo está muy ligado a la evolución de la crisis sanitaria, es que el plan se ha elaborado sin contar con la oposición, ni las Comunidades autónomas ni muchos de los sectores afectados, que se han tenido que enterar de cómo iba a ser su regreso a la actividad por una comparecencia televisiva del presidente del Gobierno. En eso sí que Sánchez es campeón de Europa....
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