No Al Olvido

domingo, 19 de abril de 2020

# El Gran Hermano os vigila...El que ha hecho temblar Moncloa con un tuit sobre la presidencia de Margarita Robles..Carles Enric...Vídeos 2 Estado de Alarma ....!!!!


La libertad de prensa y de expresión han sido las primeras víctimas de los regímenes totalitarios y de su afán por imponer una verdad oficial a los ciudadanos

George Orwell pone estas palabras 
en la boca de uno de los jefes de la Policía del Pensamiento: 
«Lo que hacemos es destruir las
 palabras porque es algo de una gran hermosura». 
En eso consiste el afán de cualquier 
régimen político que aspira a negar la libertad: en adulterar el lenguaje. Por eso el 
funcionario al servicio del Ministerio 
de la Verdad explica que «el poder consiste en hacer pedazos 
las mentes humanas y volver 
a unirlas en la nueva forma que elijas».
En estos tiempos de reclusión 
en los que el CIS pregunta a
 los ciudadanos si hay que 
controlar las informaciones por parte 
de un organismo oficial que 
sería el encargado de establecer 
la verdad, parece pertinente recordar 
1984»la novela de George Orwell, enla que el Gran Hermano permanece siempre vigilante. 
Nadie ni nada escapa a su mirada.
La tentación de aprovechar una crisis, 
un conflicto o una guerra para limitar 
la libertad es tan vieja como el mundo. 
Viendo amenazados los privilegios 
de la aristocracia, ya el autócrata 
Pisístrato convirtió la democracia 
ateniense en una tiranía en el 561 antes
 de Jesucristo con el pretexto 
de una conspiración de sus enemigos.
Desde Julio César a Napoleón
la tentación por el autoritarismo 
ha sido constante y permanente. 
En Roma no existían los periódicos, 
pero sí en la Francia de Bonaparte
que instauró un férreo sistema de 
censura para controlar la prensa 
con la ayuda de Fouché. 
El canciller Bismarck utilizó 
un método más sutil pero igualmente efectivo: 
dispuso un cuantioso fondo 
de reptiles para sobornar periodistas.
Si el talante democrático de 
un político aflora en las peores circunstancias,
 ahí está el ejemplo 
de Winston Churchill, que, 
lejos de aprovechar la guerra 
para restar competencias al Parlamento, 
sometió a continuo examen sus 
decisiones e impulsó un Gobierno 
de coalición con los laboristas, 
liderados por Attlee. Cuando la Cámara 
fue bombardeada por
 la Luftwaffe, Churchill decidió 
reunir a los diputados en colegios, iglesias y otros edificios.
 La democracia salió fortalecida 
pese a que el líder británico 
perdió las elecciones nada más acabar la contienda.
Por el contrario, 
lo primero que hizo Hitler tras ganar
 los comicios de 1933, fue aprobar 
una ley que le habilitaba para ejercer 
el poder sin controles, encarcelar a
 la oposición y eliminar
 cualquier crítica en 
el Reichstag, que, unas semanas 
más tarde, fue incendiado
 por un joven comunista llamado 
Marinus van der Lubbe, probablemente 
manipulado por Göring. Una de 
las primeras iniciativas del nuevo
 régimen fue la quema de libros 
de autores judíos como 
Freud, Marx, Husserl o Heine, 
organizadas en las calles alemanas 
por los dirigentes nazis.
El nacionalsocialismo y 
el fascismo alimentaban el mismo
 odio a la libertad que 
el comunismo de Stalin, dos ideologías
 que eliminaron a los medios 
de comunicación críticos y que 
construyeron un inmenso aparato 
de propaganda. En una cita 
ya clásica, Goebbels sostuvo 
que cualquier mentira se convierte 
en verdad si es repetida cientos de veces.El ministro nazi fue el primero en tomar conciencia de 
la importancia de los avances tecnológicos 
con fines propagandísticos y, por ello, utilizó el cine y la radio como herramientas de adoctrinamiento de la opinión pública. Hitler fue el primero en las elecciones de 1932 en viajar en un avión privado para estar presente el mismo día en puntos alejados de la geografía alemana.Stalin impuso un férreo control a las publicaciones oficiales como el Pravda, que significa «verdad» en ruso. Vigilaba meticulosamente sus contenidos y sus editoriales eran dictados por él. No vaciló en destituir al intelectual e ideólogo comunista Nikolai Bujarin en 1929 porque quería eliminar a un rival político que actuaba con autonomía.

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