Ahí están los lazos blancos,la nueva modalidad del torri-smo
La ensoñación republicana de Cataluña consigue no solo convencer a las bases despistadas y a las bolsas dependientes del derrame presupuestario: alcanza también a las supuestas élites directivas del mayor desastre administrativo jamás vivido por las instituciones que a lo largo de los siglos han gestionado la vida de los catalanes. Jamás, que se sepa, en toda la vida histórica de Cataluña se ha dispuesto de vidas y haciendas de los ciudadanos de la forma que lo hace esta administración errática y confusa que no busca la eficacia de los recursos, sino la puesta al servicio de la idea única de todos los resortes del poder autonómico, que son muchos. Puede que en la época feudal que describe en sus novelas Ildefonso Falcones la realidad fuera distinta, pero eran otros siglos y las revoluciones no habían alcanzado esta sociedad supuestamente moderna y preparada. No sé bien para qué, pero preparada. Ahora, en la edad de la transparencia y la comunicación, todo ejercicio comunicativo es una mera teatralidad intencionada, una provocación o una afirmación de voluntades vía gestualidad milimétricamente calculada.
Ahí están los lazos blancos, la nueva modalidad del torrismo. Disimular mediante la cooperación del cuentista del Defensor del Pueblo de Cataluña, llamado Sindic de Greuges, es una forma de representar un Pasillo de Comedia ante aquellos que exigen que no retires nada de lo que has colgado de los balcones defendiendo un sueño quimérico. Yo hago como que sigo los consejos de un administrativo catalán -que no tiene nada que decir en este asunto- y representa que no me he plegado ante la barbarie centralista y antidemocrática de la Junta Electoral Central. Ya. Eso vale hasta que la Junta esta dichosa te empura y tu te quedas como Artur el Astut, sin casa en Sarriá y sin perrito que te ladre.
¿Cuál es la diferencia en este caso? Que a Artur le empitonó una Administración en la que un Gobierno llevaba la iniciativa -poca, pero la llevaba- y ahora a Torra le debe embestir legalmente un Estado en el que su Gobierno está silbando por las esquinas y haciendo como que no ve las cosas que pasan. Si un Gobierno no empuja y lidera una empresa política y legal, todos los demás se ponen en modo «ya me llamarán» y nadie acaba de encabezar la acción demoledora que los garantes de la legalidad deben emprender contra quienes quieren quebrarla. Si Torra cambia la cartelería por otra en la que los lazos son blancos en lugar de amarillos, o los símbolos son amarillos pero en vez de ribetes son vaquitas o mariposas o gilipolleces semejantes, está burlándose de una Administración que sabe no va a reaccionar con todas las de la Ley por una sencilla y elemental razón de cálculo: porque a la vuelta de la esquina puede necesitar sus votos. Eso hace que ni Ábalos, ni Celaá, ni el propio Sánchez, ni ningún otro cuentista encaramado en la gobernación de España, digan ni una sola palabra de los lazos, las pancartas, las proclamas o los desafíos y las burlas al Ejército que esta chusma septentrional practica con denuedo. Ni acerca de esto ni acerca de los absurdos concejales de Guecho que apoyan la petición de que no atraque en su puerto el Portaviones Juan Carlos I, a los cuales no ha desautorizado ningún elemento socialista medianamente visible.
El Estado no puede permitirse burlas de este tamaño y debe reaccionar con toda la contundencia que la legislación le permite. Mande este tipo llamado Sánchez o quien sea. El futuro no está escrito, pero se esboza en los trazos elementales que adelantan los sondeos: es más que probable que estos individuos gobiernen España. Solos o en comandita. No estará de más tomar nota. Si es que a los españoles que tienen lápiz les sigue importando su país....Carlos Herrera
https://www.abc.es/ MRF
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