El municipio soriano de Valdelagua del Cerro demuestra que las amenazas del Ministerio de Justicia para cambiar el nombre de una de sus calles son infundadas
Al alcalde de Valdelagua del Cerro, un pequeño pueblo de apenas 22 habitantes de Soria, menos todavía en invierno, se le llevan los demonios cada vez que sale el tema. «Que no, que no puede ser que cada vez que alguien ponga el nombre de nuestro pueblo en internet salga que incumplimos la ley de Memoria Histórica», relata con amargura Ruymán Domínguez, el primer edil de una localidad que saltó a la fama en verano después de que el senador Carles Mulet (Compromís) les enviara una carta instándoles a retirar la placa de la calle de Primo de Rivera para no entrar en conflicto con dicha normativa.
Dicho requerimiento no gustó en el pueblecito soriano donde, además de estar convencidos de que esa calle no vulneraba la ley de Memoria Histórica, no entendían cómo un senador se había tomado tantas molestias por cambiarle el nombre a una calle de un lugar tan abandonado y acosado por otros problemas más urgentes, como la despoblación. «Aquí hay muchas prioridades antes que cambiar una calle. Los 1.000 euros que nos costaría cambiar esas placas dan para mucho, como por ejemplo para pagar la luz», reivindicó el alcalde, en el cargo desde 2015 bajo las siglas del PP, quien en lugar de quedarse de brazos cruzados comenzó junto a sus concejales una particular cruzada para demostrar el rumor que entonces le comentaron los más viejos de lugar: esa calle no se puso en honor a José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, sino en el del dictador Miguel Primo de Rivera.
«Las medidas oportunas»
El matiz no era ninguna tontería, puesto que si el Ayuntamiento conseguía demostrar que el callejero se refería al militar golpista en lugar de al fundador de Falange, esquivarían las obligaciones de la ley de Memoria Histórica, que en su artículo 15 únicamente obliga a retirar los vestigios que exalten «la sublevación militar, la Guerra Civil y la represión de la dictadura» de Franco. Nada dice la norma de la anterior dictadura ejercida por Miguel Primo de Rivera entre 1923 y 1930, cuando murió, por lo que, en caso de lograrlo, este alcalde se olvidaría del cambio de placas y podría reinvertir esos 1.000 euros en otras campañas. «Ahora por ejemplo acabamos de lanzar una para plantar árboles en el pueblo», explica con orgullo el alcalde castellano.
Lo que no se esperaba Domínguez es que, entre tanto, llegara a Valdelagua otro requerimiento para cambiarle el nombre a la dichosa calle. «Y además va el Ministerio de Justicia y manda otra notificación, ¡pero a nombre del antiguo alcalde!», exclama Domínguez, que pudo leer con atención cómo el Ministerio que dirige Dolores Delgado le recuerda, con letra negrita y subrayada, que el Ejecutivo está en disposición de tomar todas las «medidas oportunas» para garantizar que se cumpla la ley en caso de que no pudieran acreditar que allí no se incumple la ley de Memoria que, en el artículo 15.1, como insiste Justicia, manifiesta que uno de los castigos para los ayuntamientos desobedientes será «la retirada de subvenciones o ayudas públicas».
Así que ahora la misión de encontrar el origen de esta calle, una de las dos con nombre en el pueblo, era vital para asegurar la supervivencia económica de un pueblo que apenas tiene fuentes de financiación. «Si me quedo sin subvenciones, no podemos hacer nada», lamenta Domínguez, quien añade que el 50% de su presupuesto, que es de unos 50.000 euros, proviene de ayudas públicas.
Y a ello se pusieron en Valdelagua, donde la búsqueda ha dado frutos. Según constatan varios recortes de prensa que datan de 1927 e incluso un censo de población de la localidad fechado en 1931, es decir, antes de la Guerra Civil, que estalló en 1936, la calle de la discordia se inauguró en honor a Miguel Primo de Rivera, cuya figura queda fuera de las obligaciones impuestas por la ley de Memoria.
«Con extraordinaria animación y entusiasmo patriótico tuvo lugar en la localidad el acto organizado por el Ayuntamiento pleno para colocar la placa que da el nombre de "General Primo de Rivera" a la calle donde se encuentra la escuela nacional y la Casa Consistorial», se puede leer en un viejo ejemplar del Avisador Numantino, uno de los periódicos de referencia en Soria en aquella época, fechado en el año 1927. Lo mismo ocurre en la hoja del censo, donde ya figura dicha calle.
Toda la documentación, a la que también ha tenido acceso ABC, ha sido remitida al Ministerio de Justicia en respuesta al requerimiento. Está por ver si queda conforme con las alegaciones o si el culebrón continúa. Y todo esto con los árboles de la nueva campaña del alcalde sin plantar.......
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