.Lo primero que hizo Irene Lozano al frente de España Global fue retirar de su logotipo la bandera de España
Costaría fiscalizar el precio del asalto sin pudor a las instituciones del Estado realizado por la administración de Pedro Sánchez. Cada vez se demuestra de forma más incontestable que el verdadero objetivo de la toma del poder el pasado 1 de junio era poner todos los instrumentos del Estado al servicio de su elección como presidente en los siguientes comicios. Por eso empezó por incumplir su promesa de celebrar elecciones de forma inmediata. Los ejemplos están a la vista y son difícilmente contestables. El más evidente es el uso torticero de los medios de comúnicación del Estado. Destacadamente RTVE con sus diferentes canales de comunicación: televisión, radio y digital. Pero, además, su capacidad para emplear a los funcionarios públicos en respaldo al Gobierno y sus estrategias electorales. No digo los cargos políticos que, como tales, puedan buscar desde el puesto que ocupan la reelección. Eso es, humanamente, inevitable. El problema es cuando en ministerios como Exteriores se obliga a los embajadores y funcionarios del Ministerio a poner símbolos republicanos en su correspondencia o cuando en otros ministerios se obliga a emplear los logotipos del 8-M, que ha dejado de ser el día de la mujer para convetirse en el día del feminismo izquierdista. Algo muy diferente de lo que en su momento se pretendió que fuera.
Pero igual que digo que es legítimo que un cargo promueva políticas que ayuden a su reelección, en este Gobierno hemos tenido una persona cuyo paso por la Administración ha sido un ejemplo rayano en la usurpación de funciones desde el día que tomó posesión de su despacho. Se trata de la Secretaría de Estado de la España Global que el presidente entregó en octubre a Irene Lozano. Con ese acto se desmanteló el Alto Comisionado de la Marca España que desde junio de 2012 había promovido el nombre de España por el mundo. Lo primero que hizo Lozano al presentar la nueva Secretaría de Estado fue retirar de su logo la bandera de España, que era considerado algo muy carca. La sustituyó por un globo terráqueo de unos colores difíciles de definir, pero que no distan mucho de los de la bandera republicana.
Mientras esas funciones estuvieron en manos del alto comisionado, las desempeñó Carlos Espinosa de los Monteros, que nunca cobró un céntimo por las labores que desempeñó durante más de seis años. Ya se comprende que Lozano no podía ser igual que Espinosa, así que se cambió el nombre del departamento para dificultar las comparaciones entre ambas personas y sus funciones. ¿Qué hizo Lozano cuando llegó a Exteriores el pasado 14 de octubre? Encerrarse en su despacho hasta el 14 de febrero y escribir el libro de «memorias» de Pedro Sánchez. En cuatro meses apenas hizo un viaje a Londres y uno a Bruselas. Su actividad pública fue mínima. Pero ni siquiera dejó trabajando al equipo bien engrasado que durante seis años hizo una gran labor. Destituyó a todos los cargos que pudo y nombró a otros que se tumbaron a la bartola mientras la escritora creaba. Después, su intervención más célebre ha sido la que tuvo el pasado 14 de febrero, cuanto comparó en Sky News el 1 de octubre con la violación de una mujer. Todo un éxito mediático.
Si Sánchez ha demostrado muy poca vergüenza en el uso de la Administración del Estado como herramienta electoral, el caso que supera todo es el de la amanuense con sueldo de secretario de Estado, que, por cierto, es superior al de un ministro. Y lo pagamos usted y yo....Ramón Pérez-Maura
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