Sánchez sigue encajando mandobles golpistas para conservar su sillón
En 1964, el formidable Leonard Cohen, judío canadiense y nieto de rabino, se permitió la salvaje ironía de titular uno de sus poemarios como «Flores para Hitler». No pude evitar recordar ese título cuando ayer a la tarde compareció la ministra portavoz para dar cuenta de la respuesta del Gobierno ante el ultimátum que acababa de lanzarle Torra. El presidente separatista catalán había amenazado tres horas antes a Sánchez con retirarle el apoyo con que lo mantiene en La Moncloa si no le concede un referéndum de independencia este mes. ¿Y cuál fue la respuesta del Gobierno por boca de Isabel Celaá ante esa amenaza golpista? «Ley y diálogo», porque «no podemos caer en un perpetuo 155». Flores para los sediciosos.
El Gobierno de España nunca podría permitir un referéndum, porque nuestra legalidad no lo admite. Sánchez, como presidente, incurriría en un delito. Pero Celaá se cuidó con esmero de no molestar al dirigente insurrecto, porque el primer y único objetivo de este Gobierno de cartón piedra es simple: propiciar como sea que Sánchez disfrute un día más de su sueño egotista de dormir en La Moncloa. A cualquier precio. Aun a costa de afligir la dignidad del pueblo español, de tolerar que se vulnere el orden público en Cataluña, de que se castigue la economía catalana y se dañe el prestigio de España, permitiendo una bufonada golpista que ninguna otra nación de primer orden de la UE soportaría un minuto.
Padecemos un Gobierno orwelliano, de Ministerio de la Verdad, que trata de imponer una realidad alternativa mintiendo a diario. Celaá concluyó ayer que «no hay razones para otro 155». Discrepamos. El lunes, Torra, presidente de Cataluña, y por tanto máximo representante del Estado allí, animó a los CDR a «apretar más». Espoleó a la organización encargada del vandalismo independentista, la que corta los AVE y las autopistas, organiza algaradas y agrede a la policía autonómica. Solo ese hecho ya exige la aplicación inmediata del 155, pues es evidente que un enemigo activo de nuestra legalidad, que incluso anima a pisotearla con violencia, no puede estar al frente de una región española. Pero hay más: Torra ha animado a los catalanes a levantarse contra España de una manera organizada, ha anunciado que incumplirá las sentencias de la justicia española si condenan a los golpistas, ha vetado al Jefe del Estado y ha boicoteado su presencia, ha impulsado iniciativas en el Parlament frontalmente opuestas a los dictados de la justicia, como la de ayer en relación a los diputados presos y fugados.Desde que recuperó la democracia, España jamás había sufrido a un presidente de la ralea del actual, capaz de aparcar el más básico patriotismo solo por salvar su pellejo (que por lo demás es el de un zombi político, que se aferra maniatado a su poltrona solo por el goce narcisista de ser presidente un día más). En la memoria de la civilización occidental todavía retumban las palabras que pronunció Cicerón en el Senado de Roma para denunciar el intento de Catilina de hacerse con el poder de forma espuria: «¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?». Iba a caer en el juego de poner Sánchez en la cita. Pero prefiero respetar a los clásicos...Luis Ventoso
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