La política está para cambiarse de planeta. Cualquier carta de la baraja tiene connotaciones astrales que invitan a viajar a otra dimensión, a ser posible la más lejana y desconocida. Con Trump hay razones diarias. En el Reino Unido están dando un número con el Brexit. De Venezuela, ni hablamos. Lo de ayer de Nueva Zelanda quita el sueño... Pero como uno tiene tendencia a los arbitrajes caseros, los mejores motivos para salir de aquí por patas siempre los encuentra en España. Hace unos días ABC publicó que La Moncloa había emitido dos informes falsos para justificar la tesis plagiada de Pedro Sánchez y, sorprendentemente, la maquinaria mediática de la izquierda le ha puesto sordina a ese escándalo galáctico. En cambio, toda la vocinglería afín se ha sollado la boca difundiendo una mentira como un templo para perjudicar a Pablo Casado, al que se le atribuye una barbarie que él no ha dicho en ningún sitio, la presunta medida de concesión de papeles a las inmigrantes que entreguen a sus hijos en adopción. Madre mía, qué cosa más retorcida. Pero los medios de la cuerda no han parado su acoso después de escuchar al supuesto autor de esta atrocidad desmintiéndola. Y han hecho algo que es completamente revolucionario en el mundo de la comunicación: publicar las reacciones de los rivales políticos a la propuesta que el PP no ha hecho. Genial.
La verdad es que el ambiente es cada vez más majadero. Esa Ada Colau retirando el lazo amarillo del Ayuntamiento después de la pose del gobierno haciéndose el valiente contra los independentistas justo el día después de convocar elecciones es epatante. El ajuste de cuentas, pero con la jáquima puesta, que Trapero ha tratado de hacer en el juicio del «procés» es puro hechizo. Esa vuelta de Zidane en boca de toda España es un barbitúrico infalible. Ese pucherazo de Ciudadanos en Castilla y León es nuestra esencia carpetovetónica. Pero nada de todo esto supera a la paciencia bíblica del presidente, capaz de aguantar mil marejadas y flotar como un tarugo en el insoportable oleaje de este país de locos. Sánchez ha usado el Estado para encubrir un problema personal. El cambio de colchón era sólo un señuelo o, mejor dicho, una alegoría. El presidente ha querido decirnos que no tiene remordimientos de conciencia. Y tiene razón. Porque de toda la vida se ha dicho que la verdad duerme tranquila y la mentira con un ojo abierto. La verdad es que Moncloa emitió dos informes falsos sobre la tesis del doctor. La mentira es que Casado quiere ofrecer papeles a las inmigrantes que dejen a sus hijos en adopción. Por eso, intentando igualar su afición al Falcon, yo me acojo a la solución de Vizcaíno Casas.
El escritor valenciano estaba firmando libros en una feria junto a J.J. Benítez. Su quiosco estaba vacío. En el de los fenómenos paranormales había una cola inmensa. Harto de la afrenta, Vicaíno miró su reloj y le exclamó a J.J. mientras firmaba el enésimo ejemplar de «Caballo de Troya»: «Benítez, ¿a qué hora pasa el próximo ovni?». Se lo copio. Y, además, no me importa en qué galaxia me deje.,,,Alberto García Reyes
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