Al presidente Puig se le ha ocurrido que la mejor manera de subrayar la particularidad nacional de su autonomía y de reclamar su sitio entre las denominadas comunidades históricas es condicionar su futuro al de Sánchez y España
Cuando Rita Barberá se sacó del bolsillo de los petardos aquel palabro del caloret, todos los valencianos supieron lo que la malograda alcaldesa, caldeada por las fallas, subida de pólvora y tono, quiso decir. Cuando ayer Ximo Puig se sacó de la carpeta de las encuestas un discurso saturado de términos como identitat, visibilitat y autogovern y adelantó las elecciones autonómicas para hacerlas coincidir con las convocadas por Pedro Sánchez, también. Es lo que tienen las lenguas romances, que por el contexto se terminan entendiendo.
Al presidente Puig se le ha ocurrido que la mejor manera de subrayar la particularidad nacional de su autonomía y de reclamar su sitio entre las denominadas comunidades históricas es condicionar su futuro -personal o regional, tanto le da- al de Sánchez y España, paradoja política con la que el presidente valenciano se interna en el campo de la abstracción emocional del caloret. Quizá sea el enésimo servicio a España de un presidente regional que, a la sombra de unas elecciones generales, y con los votantes entregados a causas mayores, va a impedir que el debate autonómico pase de los play-off de ascenso de la Segunda División.
La derrota de Susana Díaz el pasado diciembre puso a los barones socialistas a la defensiva, conscientes del daño que Sánchez había hecho y podía seguir haciendo a la marca electoral del PSOE. Mejor cuanto más lejos. Tres meses después de aquella señal del cielo y las urnas, Ximo Puig, susanista de primera generación, ahora colaboracionista acomodado, cambia el paso y lo apuesta todo a los trucos y trampas de Pedro Sánchez. La identitat, la visibilitat y el autogovern que Puig se saca del bolsillo de los petardos y las encuestas, elementos del kit fallero, no tienen nada que ver con una maniobra política que pone de manifiesto la nueva confianza que, capaz de todo, genera Sánchez entre los suyos. No son los sondeos de Tezanos los que han llevado a Ximo Puig a adelantar un mes los comicios regionales, sino la falta de escrúpulos que Sánchez ha demostrado en estas últimas semanas para ganar sus elecciones. Como sea, que dijo su profeta, Zapatero para el siglo. Si las andaluzas se decidieron en los últimos días, Sánchez tiene casi dos meses por delante para agradecerle el gesto a Puig...Jesús Lillo
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