Que Pedro Sánchez pida ahora lealtad, con 84 escaños y
el apoyo de los golpistas, incita más a la náusea que
a la carcajada. Es cierto que la política española anda
muy necesitada de una cultura de la lealtad institucional.
Es más, a España -y a los ciudadanos, en particular-
le habría ido mucho mejor si los dos grandes partidos
hubiesen practicado más esa confianza mutua que
se han negado, en lugar de malbaratar la fortuna
de este país en las subastas periódicas
con los insaciables y codiciosos nacionalistas.
El día que PP y PSOE aprendan de verdad la lección del
recíproco apoyo y el respeto a los consensos democráticos
elementales, habrán cambiado para bien la historia de
España. Lamentablemente, no será Sánchez, ese hombre
que les teme a las urnas, el que protagonice esa página
esperanzadora de la política española. Tras ser rechazado
dos veces por los votantes, ha forzado la aritmética
parlamentaria hasta lo impensable y gobierna secuestrado
por populistas e independentistas. Y ahora reclama lealtad.
Suena a descomunal tomadura de pelo. Todo en él es impostura...
http://abcblogs.abc.es/el-astrolabio/ MRF

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