No Al Olvido

lunes, 1 de abril de 2019

# Macron exótico.. Sobre la violencia de la "extrema izquierda" contra Vox...Videos..2..Carlos Herrera analiza la actualidad en su monólogo de las ocho de "Herrera en COPE" tras la manifestación de Vox en Cataluña y la violencia ejercida por parte de algunos grupos independentistas..Iceta, el majorette..Pepe López analiza..!!!


Lo de Sánchez es Sánchez. Y el precio de su victoria se pagará con la independencia de Cataluña 

Un hombre es lo que es su biblioteca. La mía habla francés en sus dos tercios. Pocas cosas me son, en consecuencia, más ingratas que ese pintoresquismo que tienta a tantos de nuestros vecinos transpirenaicos al hablar de España. Lo «exótico», aquel estúpido invento del romanticismo, es nulo en literatura. Y en política es funesto. Peor aún cuando se quiere benévolo.
Emmanuel Macron es un sujeto altamente competente: puede que el mejor formado de los presidentes franceses de la V República. Por eso es tan desasosegante su exótica visión de lo que se halla en juego hoy en la política española: una frivolidad que difícilmente se hubiera permitido para hablar de Alemania o de Holanda. Macron fue el último cartucho de una Europa que veía desleírse la consistencia de la UE. El Brexit por un lado, el descontento centroeuropeo y las reticencias del Este por el otro, la hostilidad de los nórdicos, la permanente violación italiana, ponían a Bruselas ante un riesgo abismático. Desde allí, se jugaba con la baza de apuntalar, sobre Macron y Merkel, la viga maestra del futuro continental. Excelentemente elegido, Macron fue un éxito. En el ínterin, sucedió, sin embargo, lo imprevisto: Merkel se desmoronó a plomo. Y el eje de gravedad europeo quedó vacante.
No había -no hay- una suplencia funcional a ese vacío. Era, eso sí, preciso apuntalar los restos de las geografías de la Unión que no hubieran aún entrado en crisis. En condiciones normales, el primer aliado hubiera sido Italia. Pero, en Italia, el abandono europeo ante la situación crítica en que la avalancha migratoria sumergió al país, disparó un populismo caótico que ve, cada vez más, a Bruselas como su enemigo y como la última fuente de todos sus agravios. Con Salvini más que consolidado, con los histriónicos Cinque Stelle como sola alternativa, Italia es hoy, para la UE, territorio comanche.
¿Qué hipótesis de alianza europeísta quedan razonablemente intactas? En la práctica, sólo dos relevantes: Portugal y España. Es de lógica que el presidente francés busque negociar con estos dos países sus lazos más inmediatos. Y, probablemente, más nos vale a todos que lo logre.
En España, LREM, partido a la medida de Macron, detectó su más aproximado equivalente: Ciudadanos. Jugó con decisión sobre esa baza. Y tuvo el no demasiado buen gusto de endosarle un «guardián de la ortodoxia», Manuel Valls, que pusiera coto a frivolidades sureñas. Bien que mal, el proyecto salió adelante. Hasta que alguien -o alguienes- en Bruselas llegó -o llegaron- a la brillante conclusión de que era más seguro jugar sobre los socialistas de siempre: al fin y al cabo, socialistas, los del PSOE nunca lo habían sido mucho en estos años. La idea de integrarlos en un grupo liberal no parecía tan absurda.
No lo era. Si lo de Sánchez fuera el PSOE. No lo es. Lo de Sánchez es Sánchez. Y el precio de su victoria se pagará con la independencia de Cataluña. Que, entre otras cosas, será la voladura de Europa. Mala cosa, el exotismo....Gabriel Albiac

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