Frustrado por el «maltrato» a históricos populares,
Garrido asesta el último golpe y se enrola en Ciudadanos
La mañana del 11 de enero, en la que Ángel Garrido
(Madrid, 1964) recibió el mensaje de Pablo
Casado citándole en su despacho de Génova
a las 20 horas, el ex presidente regional estaba
convencido de que él sería el candidato del PP a la
Comunidad de Madrid. Acudió solo, con la tranquilidad
y lo que él consideraba que era su mejor aval: el haber
asumido el timón del Ejecutivo Regional en un momento
crítico, tras la abrupta destitución de su sucesora, Cristina Cifuentes.
Nada podía presagiar entonces, ni todavía lo alcanzan a
comprender sus excompañeros del PP, que su fama de
«hombre sensato», con una trayectoria «impecable» y
«elegante» en las filas populares acabaría tornándose en
«la mayor traición» que se recuerda en el partido.
El «ángel caído» del PP de Madrid se inmoló ayer al fugarse
a Cs tras 28 años de servicio al Partido Popular, donde se
inició como concejal de Pinto hasta llegar a lo más alto en la
Comunidad, aunque fuera por accidente. En los últimos meses,
Garrido se recreó en lo que todos en su ya ex partido tachan de
«venganza» sin ambages. No descubrió laamarga cara de su
«vendetta» hasta el último momento. Su mutismo en gestos y palabras
fue tan medido que incluso dos días antes de dar la rueda de
prensa en la que dinamitó todo cuando había construido,
acababa de firmar el escrito para aceptar su puesto como
número cuatro del PP al Parlamento Europeo.
Entonces se presentaba como un «disciplinado militante del PP»
, ilusionado con defender los valores populares en Europa.
Hace tan solo quince días aseguraba en una entrevista
con ABC que «la única garantía de que España siga siendo
lo que es hoy, una nación unida de ciudadanos libres e iguales, es el PP».
«Se le ha dado todo lo que ha pedido. Garrido apostó por
Cospedal y luego por Soraya en las primarias a la presidencia
del PP. No era un hombre de Casado y aun así él lo defendió»
, lamentaban a este diario fuentes populares, aún
sin entender qué razón se oculta tras su decisión.
«Lo peor que se puede ser en política es ser desleal,
sólo se ha hecho daño a sí mismo y a Ciudadanos»,
destacaban otros miembros del PP
Ayer, cuando se publicaba en el BOE su nombre y apellidos
en el destino en el que él mismo le había pedido a Casado
como premio de consolación tras ser elegida Isabel Díaz
Ayuso como candidata a la Comunidad, Garrido anunciaba
que se integraba en el puesto 13 de la lista de Ignacio Aguado.
Aparecía junto a su hasta ahora rival en la Asamblea y anunciaba que
pelearía en las elecciones autonómicas en mitad de una lista liderada
por un hombre al que el propio Garrido había vapuleado
con su retórica mordaz. Se sumaba a las filas del partido
de Albert Rivera, a una formación sobre la que
no había escatimado en descalificativos en sus intervenciones en la Asamblea
Incoherencias
Garrido acusó a Aguado de ser «el tonto útil de la izquierda»,
les tachó de «oportunistas» y «populistas». Aseguraba ayer
que le había «costado tomar la decisión», negociada mano
a mano con el propio Rivera, pero que apostaba por Ciudadanos
porque es el partido que «mejor representa los valores del centro democrático».
Sin embargo, durante estos últimos meses, la cámara
regional ha sido testigo de los desmanes hacia, precisamente,
lo que él tachaba de «incoherencia política» en la formación naranja.
«Apostar por Cs es no saber ni siquiera por qué se apuesta, porque
puede ocurrir cualquier cosa», decía en un pleno celebrado el pasado
octubre. También aseveraba ayer que en la Asamblea, liderándola o de
diputado raso, era el «mejor lugar para defender los intereses
de los madrileños». Y de nuevo, la hemeroteca conservaba frases
demoledoras dedicadas a su nueva casa:
«El oportunismo de Cs no tiene límites.
Trabajan para su titular y no por los madrileños»
iejas rencillas y «maltrato» a históricos
Para muchos, la inquina que se esconde tras su fuga a Ciudadanos
es el «maltrato a históricos del PP», que han visto pasar por
delante de ellos a personas «mediocres» o menos preparadas para
puestos de responsabilidad como la Comunidad.
El presidente del PP de Madrid, Pío García Escudero,
y su mano derecha, Juan Carlos Vera, convencieron a Casado
para que Garrido no fuera el elegido para revalidar la Comunidad.
Según las fuentes consultadas, Casado estuvo a punto de
decantarse por Garrido y así se lo deslizó en la cena de
Navidad del PP. Pero García Escudero, antiguo rival de
Garrido en la guerra de sucesión en el PP entre
Esperanza Aguirre y los escuderos de Alberto Ruiz-Gallardón,
enterraron su esperanza. Y ahora, años después, cuando estaban
condenados a entenderse bajo el liderazgo de Casado, Garrido
optó por devolver el golpe de la misma manera que se lo anunciaron:
por la prensa. Trató de poner la puntilla a una vieja batalla, en la que
, probablemente, tampoco salga bien parado. https://www.abc.es/ MRF
No hay comentarios:
Publicar un comentario