El peor mes de marzo de los últimos cinco años. ¿Y qué?
«Voy contra mi interés al confesarlo, / no obstante, amada mía, / pienso cual tú que una oda sólo es buena / de un billete del Banco al dorso escrita». El presidente mira al cielo de abril, a la primavera que renace como su popularidad entre esa gente humilde que nada tiene que ver con los poderosos que siguen el mensaje insolidario de la derecha. El presidente le da un sorbo a la taza donde se enfría el té mientras desdeña la información económica de los periódicos que reflejan el crecimiento del paro. El peor mes de marzo de los últimos cinco años. ¿Y qué?
Los viernes sociales se inventaron para esto, para que el mensaje político cuadrara con la Rima de Bécquer. Una oda al pueblo solo es buena si está escrita al dorso de un billete, si conlleva una subida del salario mínimo, o una subvención por tener una edad o la contraria, o una paga para el abuelo o el recién nacido. Da lo mismo. El único objetivo es el sufragio que lo aleje del naufragio el día 28, cuando abril esté quebrando sus hechuras de junco o de jacinto en los almanaques irreversibles que hacían las delicias de los poetas barrocos. Sánchez es más bien romántico, tirando al simbolismo que anuncia Bécquer con sus versos. El billete de banco… Esa es la clave.
Al final tienen razón los que piensan que el socialismo consiste en ejercer la solidaridad con el dinero de otros para llevarse la ganancia en votos. Ese triángulo no falla. Que la derecha produzca para que la izquierda lo reparta desde el poder, y el pueblo se lo agradezca. Infalible. Una carambola perfecta. Sin embargo, el fantasma del paro puede terminar con este juego, y eso le preocupa al presidente que se ha puesto -lo suyo es el postureo- en plan poeta mientras la tarde cae con la demora del cambio horario que ya mismo será historia por culpa de Europa. ¡Ay, Europa! Con lo a gusto que podríamos vivir compartiendo circunnavegaciones con nuestros vecinos portugueses, que diría Carmen Calvo al defender que aquella gesta la protagonizaron los mismos portugueses que dejaron a Magallanes en el abandono, cuando no en el punto de mira de su venganza. ¡Ay, la historia, tan incómoda cuando no cuadra con la verdad creada en los laboratorios de la progresía!
El presidente sigue leyendo a Bécquer para darse un baño lírico en medio de tanto follón económico. Las cuentas no le salen, pero los cuentos sí. Y de eso se trata. De darles cariño a los independentistas -siempre hay que tratar bien al socio- con las promesas de Iceta. Y de darles billetes de banco a los votantes para que los cambien por las papeletas cuando pase la Semana Santa. Las voces que hacen correr los opinadores de la derecha, embozados en la capa del liberalismo, le vienen bien. Los ladridos de los perros podemistas a la luna, también. Bécquer se lo dijo muy claro a Sánchez sin necesidad de haberlo conocido, aunque intuyera que al cabo de siglo y medio llegará al poder el líder que España necesitaba: «Tú sabes y yo sé que en esta vida / con genio es muy contado quien la escribe / y con oro cualquiera hace poesía». Francisco Robles
No hay comentarios:
Publicar un comentario