El Gobierno español ha expresado su protesta ante el Vaticano por el comunicado emitido por 282 sacerdotes y 21 diáconos secesionistas catalanes
en el que llaman a la rebelión contra el Estado y a secundar el
referéndum ilegal por la independencia de Cataluña convocado para el 1
de octubre. Según pudo saber ABC de fuentes diplomáticas, el pasado
viernes, tras ser difundido el comunicado, el embajador español ante la
Santa Sede, Gerardo Bugallo, aprovechó una recepción en la Embajada
estadounidense en Roma para hacer entrega en mano al secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin, de una nota verbal de protesta.
En ella, según las mismas fuentes, el Gobierno español subraya que el comunicado entra en contradicción con la conducta que se espera de unos sacerdotes católicos y vulnera el Código de Derecho Canónico, así como el espíritu de los acuerdos entre España y la Santa Sede de 1979.
Asimismo, pone de relieve el hecho de que los firmantes afirman actuar «en sintonía con nuestros obispos» y recuerda que, en parecido sentido se han manifestado algunas entidades de la Iglesia y algunos provinciales de órdenes religiosas, en posible referencia a la nota conjunta de los abades de Monserrat y Poblet en la que deslizan afirmaciones en pro de un referéndum.
El cardenal Parolin, según las citadas fuentes, escuchó atentamente las explicaciones del embajador, quien mantuvo recientemente también un encuentro con monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, un puesto equivalente al de ministro de Asuntos Exteriores de la Santa Sede. En esa ocasión, en la que se habló sobre la situación en Cataluña, que es seguida con atención por el Vaticano, Gallagher se habría expresado de una manera muy clara en contra de los movimientos nacionalistas extremos de carácter separatista.
La protesta del Gobierno ante la Santa Sede es el primer conflicto público que escenifican la Iglesia y el Estado tras la polémica pastoral de cuatro obispos vascos de 2002 en la que vaticinaban consecuencias «sombrías» si se ilegalizaba Batasuna. En aquella pastoral advertían de que «la división y la confrontación cívica se agudizarían». El entonces presidente del Ejecutivo, José María Aznar, pidió a la jerarquía eclesiástica que «actuara en consecuencia», pero ningún organismo de la Iglesia católica se pronunció en documento público. La Conferencia Episcopal Española resolvió, tras un debate intenso, que no era su competencia «valorar públicamente las actuaciones de los obispos en sus propias diócesis».
Los obispos rinden cuentas a Roma, no a la Conferencia Episcopal Española, y de ahí el envío de esa nota verbal a la secretaría de Estado de la Santa Sede. El comunicado de los 300 sacerdotes llamando a los católicos catalanes a votar en el referéndum ilegal no es un hecho aislado.
La Conferencia Episcopal Tarraconense, que reúne a los obispos catalanes, también ha hecho públicos varios comunicados pidiendo que sean escuchadas «las legítimas aspiraciones del pueblo catalán, para que sea estimada y valorada su singularidad nacional». También ha reclamado que se respeten los derechos y las instituciones», «en este momento de la historia de Cataluña».
Como ocurrió con el conflicto de los obispos vascos, la jerarquía eclesiástica vuelve a estar dividida. Si no hay consenso no habrá pronunciamiento público como institución. Y si lo hay, podría salir un pronunciamiento neutro, en favor de la concordia, como ha vuelto a reclamar Juan José Omella, el cardenal arzobispo de Barcelona, en su carta dominical. Allí ha vuelto a pedir «seny» (cordura) y «trabajar todos para evitar la confrontación, la violencia y el desprecio a los demás».
http://www.abc.es/
HEMEROTECA
Este domingo se produjo en Tarragona la beatificación de 522 mártires de la persecución religiosa durante la II República y la Guerra Civil. El acto, de primera magnitud para la Iglesia, contó con la presencia de 104 obispos entre los que se encontraban varios cardenales, entre ellos uno enviado por el Papa Francisco para presidir la celebración. La importancia de este evento, como se ha explicado
desde la Conferencia Episcopal, es la cantidad de mártires que fueron asesinados por "odio a la fe" entre 1934 y 1939. En estos seis años se produjeron más mártires en España que en los 19 siglos anteriores.
Con este última ceremonia hay ya en España 1.523 beatificados durante este periodo. De ellos, 11 ya han sido canonizados, son santos. Los hay de toda condición: obispos, sacerdotes, religiosos, monjas, seminaristas y numerosos laicos comprometidos. De estos nuevos beatos el más joven tenía 18 años, la más anciana 86 y de ellos 515 son españoles y los otros siete extranjeros (tres franceses, un cubano, un colombiano, un filipino y un portugués).
Los beatos lo son por haber sido asesinados por su fe, por ser católicos. Murieron perdonando a sus asesinos. Muchos perdieron su vida terrena tras rechazar blasfemar, tal y como les exigían sus asesinos. Sin embargo, este lunes Izquierda Unida se ha empeñado en politizar un acto que nunca lo fue tal.
De este modo, Cayo Lara ha criticado duramente el acto. Más allá ha ido Gaspar Llamazares, que calificaba la ceremonia como un "monumento a la hipocresía". Sobre todo llamaba la atención una afirmación del diputado de IU: "Nunca hubo un programa de exterminio de religiosos".
Pero esta afirmación tan aventurada de Llamazares queda totalmente en evidencia con cifras. Los datos de la persecución religiosa durante esos años se empeñan en llevarle la contraria. También las propias declaraciones de los líderes republicanos que apoyaron o no impidieron auténticas matanzas.
De este modo, en España, que en este caso se centra en la retaguardia del bando republicano, se asesinó a 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y religiosos, 283 monjas y más de 3.000 seglares. En total, unos 10.000 muertos por el delito de ser católicos y no renegar de ello.
De ellos, unos 3.000 fueron asesinados entre julio y agosto de 1936. Una persecución furibunda que no encontró en el bando republicano ningún tipo de freno por parte de los dirigentes.
Igualmente, ejecutaron a trece obispos. Doce de ellos murieron en 1936. Prelados de Jaén, Tarragona, Ciudad Real Lérida, Barcelona, Cuenca, Guadix, Sigüenza, Orihuela, Segorbe, Almería y Barbastro murieron al comienzo de la contienda. Tan sólo el de Teruel murió cerca del final de la guerra.
Especialmente cruel fue la muerte del obispo de Barbastro. Esta diócesis fue literalmente barrida de sacerdotes. Empezando por el obispo y terminando por los seminaristas. Todo el seminario fue asesinado así como el 88 por ciento del clero de la diócesis. Los que no murieron fue porque lograron huir.
Monseñor Florentino Asensio, obispo de Barbastro en 1936, fue detenido por los milicianos el 8 de agosto de 1936. En una celda del Ayuntamiento sufrió todo tipo de vejaciones hasta el punto de cortarle los genitales entre las risas de los presentes. Mientras le empujaban le decían: "no tengas miedo. Si es verdad eso que predicáis, irás pronto al cielo". Su respuesta no pudo ser más concluyente: "sí, y allí rezaré por vosotros". Una vez asesinado le arrancaron los dientes y le robaron la ropa.
Cataluña fue un ejemplo de esta gravísima persecución religiosa a la Iglesia. Cuatro obispos fueron asesinados allí, uno de ellos beatificado este domingo. También los sacerdotes fueron masacrados de manera sistemática y no hubo más muertos gracias a que pudieron esconderse o huir.
El historiador Vicente Cárcel Ortí revela únicamente el número de sacerdotes asesinatos por diócesis:
- Lérida: 270 clérigos asesinados, un 65% del total.
- Tortosa: 316 asesinados, un 62% del clero.
- Vic: 177 asesinados, 27% del clero.
- Barcelona: 279 asesinados, 22% del total.
- Gerona: 194 sacerdotes muertos, 20% de los que allí había.
- Urgel: 109 asesinados, 20% de sus sacerdotes
- Solsona: 60 muertos, 13% del clero de la diócesis.
Otras diócesis también sufrieron la pérdida de un porcentaje altísimo de sus sacerdotes. En Málaga prácticamente mataron a la mitad de su clero, al igual que en Toledo y Menorca. Por encima de la mitad estuvo la diócesis de Segorbe.
Aunque con porcentajes menores, hubo otras diócesis con números absolutos escalofriantes. En Madrid fusilaron a 334 sacerdotes, el 30%o de su clero, mientras que en Valencia perdieron al 27%, con 327 víctimas mortales. Todo ellos, en la retaguardia republicana.
Auténticas obras de arte y de documentos fueron quemados y destruidos. Tallas, imágenes e iglesias de incalculable valor desaparecieron. También las tumbas de los conventos fueron abiertas, exhumando los cuerpos de los religiosos.
Hasta 20.000 iglesias fueron destruidas. Muchas de ellas lo fueron antes de la Guerra. Se conservan numerosas fotos de milicianos profanando iglesias, quemándolas y posando con los ornamentos litúrgicos o directamente con los cuerpos de sacerdotes y religiosas cuyos cuerpos habían sido exhumados. Una imagen muy característica es la de la imagen del Sagrado Corazón de Getafe, siendo fusilado por los milicianos antes de que fuera volado.
Las cifras hablan y son sólo algunos ejemplos de la barbarie contra la Iglesia. Luego están las historias concretas y entre los 522 beatificados de este domingo hay muchas de ellas. De amor y de perdón a aquellos que les querían matar por odio a la fe.
MRF
En ella, según las mismas fuentes, el Gobierno español subraya que el comunicado entra en contradicción con la conducta que se espera de unos sacerdotes católicos y vulnera el Código de Derecho Canónico, así como el espíritu de los acuerdos entre España y la Santa Sede de 1979.
Asimismo, pone de relieve el hecho de que los firmantes afirman actuar «en sintonía con nuestros obispos» y recuerda que, en parecido sentido se han manifestado algunas entidades de la Iglesia y algunos provinciales de órdenes religiosas, en posible referencia a la nota conjunta de los abades de Monserrat y Poblet en la que deslizan afirmaciones en pro de un referéndum.
Se espera un pronunciamiento de la Santa Sede
Por todo ello, el Gobierno somete a la consideración de la Secretaría de Estado del Vaticano, la posibilidad de un pronunciamiento de la Santa Sede para contribuir a la defensa del Estado de Derecho.El cardenal Parolin, según las citadas fuentes, escuchó atentamente las explicaciones del embajador, quien mantuvo recientemente también un encuentro con monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, un puesto equivalente al de ministro de Asuntos Exteriores de la Santa Sede. En esa ocasión, en la que se habló sobre la situación en Cataluña, que es seguida con atención por el Vaticano, Gallagher se habría expresado de una manera muy clara en contra de los movimientos nacionalistas extremos de carácter separatista.
La protesta del Gobierno ante la Santa Sede es el primer conflicto público que escenifican la Iglesia y el Estado tras la polémica pastoral de cuatro obispos vascos de 2002 en la que vaticinaban consecuencias «sombrías» si se ilegalizaba Batasuna. En aquella pastoral advertían de que «la división y la confrontación cívica se agudizarían». El entonces presidente del Ejecutivo, José María Aznar, pidió a la jerarquía eclesiástica que «actuara en consecuencia», pero ningún organismo de la Iglesia católica se pronunció en documento público. La Conferencia Episcopal Española resolvió, tras un debate intenso, que no era su competencia «valorar públicamente las actuaciones de los obispos en sus propias diócesis».
Los obispos rinden cuentas a Roma, no a la Conferencia Episcopal Española, y de ahí el envío de esa nota verbal a la secretaría de Estado de la Santa Sede. El comunicado de los 300 sacerdotes llamando a los católicos catalanes a votar en el referéndum ilegal no es un hecho aislado.
La Conferencia Episcopal Tarraconense, que reúne a los obispos catalanes, también ha hecho públicos varios comunicados pidiendo que sean escuchadas «las legítimas aspiraciones del pueblo catalán, para que sea estimada y valorada su singularidad nacional». También ha reclamado que se respeten los derechos y las instituciones», «en este momento de la historia de Cataluña».
División en la Conferencia Episcopal
La comisión permanente de la Conferencia Episcopal celebrará durante el próximo martes y miércoles, una reunión de la que se espera que salga un pronunciamiento público sobre la situación en Cataluña. La cuestión no está en el orden del día, aunque esto no significa que no vaya a abordarse. El propio presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, reconoció ayer en Salamanca que podría tratarse, pues los miembros de la Iglesia «están muy preocupados» por lo que está sucediendo.Como ocurrió con el conflicto de los obispos vascos, la jerarquía eclesiástica vuelve a estar dividida. Si no hay consenso no habrá pronunciamiento público como institución. Y si lo hay, podría salir un pronunciamiento neutro, en favor de la concordia, como ha vuelto a reclamar Juan José Omella, el cardenal arzobispo de Barcelona, en su carta dominical. Allí ha vuelto a pedir «seny» (cordura) y «trabajar todos para evitar la confrontación, la violencia y el desprecio a los demás».
¿Moralmente aceptable?
Algunos obispos quieren ir más lejos y arrancar una nota pública en la que la Conferencia Episcopal se pronuncie a favor de la unidad de España, como ya hicieron en 2006. Entonces declararon que no era «moralmente aceptable la secesión», la ruptura de la unidad política de España por medio de la autodeterminación.http://www.abc.es/
HEMEROTECA
Este domingo se produjo en Tarragona la beatificación de 522 mártires de la persecución religiosa durante la II República y la Guerra Civil. El acto, de primera magnitud para la Iglesia, contó con la presencia de 104 obispos entre los que se encontraban varios cardenales, entre ellos uno enviado por el Papa Francisco para presidir la celebración. La importancia de este evento, como se ha explicado
desde la Conferencia Episcopal, es la cantidad de mártires que fueron asesinados por "odio a la fe" entre 1934 y 1939. En estos seis años se produjeron más mártires en España que en los 19 siglos anteriores.
Con este última ceremonia hay ya en España 1.523 beatificados durante este periodo. De ellos, 11 ya han sido canonizados, son santos. Los hay de toda condición: obispos, sacerdotes, religiosos, monjas, seminaristas y numerosos laicos comprometidos. De estos nuevos beatos el más joven tenía 18 años, la más anciana 86 y de ellos 515 son españoles y los otros siete extranjeros (tres franceses, un cubano, un colombiano, un filipino y un portugués).
Los beatos lo son por haber sido asesinados por su fe, por ser católicos. Murieron perdonando a sus asesinos. Muchos perdieron su vida terrena tras rechazar blasfemar, tal y como les exigían sus asesinos. Sin embargo, este lunes Izquierda Unida se ha empeñado en politizar un acto que nunca lo fue tal.
De este modo, Cayo Lara ha criticado duramente el acto. Más allá ha ido Gaspar Llamazares, que calificaba la ceremonia como un "monumento a la hipocresía". Sobre todo llamaba la atención una afirmación del diputado de IU: "Nunca hubo un programa de exterminio de religiosos".
Pero esta afirmación tan aventurada de Llamazares queda totalmente en evidencia con cifras. Los datos de la persecución religiosa durante esos años se empeñan en llevarle la contraria. También las propias declaraciones de los líderes republicanos que apoyaron o no impidieron auténticas matanzas.
Los datos que desmienten a Llamazares
Los historiadores han recopilado datos durante años sobre esta persecución y las conclusiones son justamente la afirmación contraria a la del dirigente comunista. Sí hubo un intento de acabar con todo lo relacionado con la Iglesia. En algunos sitios casi lo consiguieron.De este modo, en España, que en este caso se centra en la retaguardia del bando republicano, se asesinó a 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y religiosos, 283 monjas y más de 3.000 seglares. En total, unos 10.000 muertos por el delito de ser católicos y no renegar de ello.
De ellos, unos 3.000 fueron asesinados entre julio y agosto de 1936. Una persecución furibunda que no encontró en el bando republicano ningún tipo de freno por parte de los dirigentes.
Igualmente, ejecutaron a trece obispos. Doce de ellos murieron en 1936. Prelados de Jaén, Tarragona, Ciudad Real Lérida, Barcelona, Cuenca, Guadix, Sigüenza, Orihuela, Segorbe, Almería y Barbastro murieron al comienzo de la contienda. Tan sólo el de Teruel murió cerca del final de la guerra.
Especialmente cruel fue la muerte del obispo de Barbastro. Esta diócesis fue literalmente barrida de sacerdotes. Empezando por el obispo y terminando por los seminaristas. Todo el seminario fue asesinado así como el 88 por ciento del clero de la diócesis. Los que no murieron fue porque lograron huir.
Monseñor Florentino Asensio, obispo de Barbastro en 1936, fue detenido por los milicianos el 8 de agosto de 1936. En una celda del Ayuntamiento sufrió todo tipo de vejaciones hasta el punto de cortarle los genitales entre las risas de los presentes. Mientras le empujaban le decían: "no tengas miedo. Si es verdad eso que predicáis, irás pronto al cielo". Su respuesta no pudo ser más concluyente: "sí, y allí rezaré por vosotros". Una vez asesinado le arrancaron los dientes y le robaron la ropa.
Cataluña fue un ejemplo de esta gravísima persecución religiosa a la Iglesia. Cuatro obispos fueron asesinados allí, uno de ellos beatificado este domingo. También los sacerdotes fueron masacrados de manera sistemática y no hubo más muertos gracias a que pudieron esconderse o huir.
El historiador Vicente Cárcel Ortí revela únicamente el número de sacerdotes asesinatos por diócesis:
- Lérida: 270 clérigos asesinados, un 65% del total.
- Tortosa: 316 asesinados, un 62% del clero.
- Vic: 177 asesinados, 27% del clero.
- Barcelona: 279 asesinados, 22% del total.
- Gerona: 194 sacerdotes muertos, 20% de los que allí había.
- Urgel: 109 asesinados, 20% de sus sacerdotes
- Solsona: 60 muertos, 13% del clero de la diócesis.
Otras diócesis también sufrieron la pérdida de un porcentaje altísimo de sus sacerdotes. En Málaga prácticamente mataron a la mitad de su clero, al igual que en Toledo y Menorca. Por encima de la mitad estuvo la diócesis de Segorbe.
Aunque con porcentajes menores, hubo otras diócesis con números absolutos escalofriantes. En Madrid fusilaron a 334 sacerdotes, el 30%o de su clero, mientras que en Valencia perdieron al 27%, con 327 víctimas mortales. Todo ellos, en la retaguardia republicana.
Destrucción del patrimonio religioso
Pero la persecución religiosa que deja en evidencia las afirmaciones de Llamazares no sólo se demuestra con la matanza de clérigos. La obsesión de acabar con la Iglesia se demuestra con la destrucción del patrimonio religioso en el bando republicano.Auténticas obras de arte y de documentos fueron quemados y destruidos. Tallas, imágenes e iglesias de incalculable valor desaparecieron. También las tumbas de los conventos fueron abiertas, exhumando los cuerpos de los religiosos.
Hasta 20.000 iglesias fueron destruidas. Muchas de ellas lo fueron antes de la Guerra. Se conservan numerosas fotos de milicianos profanando iglesias, quemándolas y posando con los ornamentos litúrgicos o directamente con los cuerpos de sacerdotes y religiosas cuyos cuerpos habían sido exhumados. Una imagen muy característica es la de la imagen del Sagrado Corazón de Getafe, siendo fusilado por los milicianos antes de que fuera volado.
Las cifras hablan y son sólo algunos ejemplos de la barbarie contra la Iglesia. Luego están las historias concretas y entre los 522 beatificados de este domingo hay muchas de ellas. De amor y de perdón a aquellos que les querían matar por odio a la fe.
MRF
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