Quién le iba a decir al líder socialista, tras la guerra vivida en el último año, que iba a afrontar el 39 Congreso Federal como un auténtico paseo militar. Todo el socialismo, a sus pies.
Puede parecer paradójico pero así es: el secretario general más contestado en la historia del PSOE va a protagonizar este fin de semana el más plácido Congreso Federal de los últimos tiempos.
Con el susanismo rendido, rodeado de una veintena de dirigentes de lealtad inquebrantable, Pedro Sánchez afronta el cónclave sin mayores problemas y con la vista puesta en su entronización del domingo ante más de 8.000 militantes.
No estarán sus antecesores en el cargo: Felipe González pone rumbo a Colombia y José Luis Rodríguez Zapatero a Bolivia, como si quisieran poner un océano de por medio en el inicio de la nueva etapa del sanchismo en Ferraz.
Sánchez, que en pro de la paz interna ha eliminado del documento político las críticas a la etapa de Zapatero -su acuerdo con el PP para llevar a la Constitución
el límite del déficit mediante una reforma exprés de la misma-, a los
barones y a la Gestora, va a imponer sin problemas su programa para el nuevo PSOE, el que sustentó el documento Somos Socialistas, con el que concurrió a las primarias.
Se le reconoce, también sus críticos, que
ha dado pasos en favor de la cohesión con gestos y compromisos para
coser un partido que está más que desgarrado. De ahí que los barones
vayan a darle mucho margen de maniobra, al menos en el medio plazo.
Sánchez ha sacado el modelo organizativo del PSOE del Congreso para evitar un nuevo terremoto interno
En gran medida, esta hoja de ruta supone una enmienda a la totalidad a la historia y a la tradición socialdemócrata del PSOE. Incorpora evidentes guiños a los votantes de Podemos, como la renta básica o la banca pública, y también a los nacionalistas, con el más que discutido internamente -aunque el susanismo calla públicamente tras su sonada derrota- reconocimiento de la "plurinacionalidad" de España y sus "naciones culturales".
Pero hay un aspecto del proyecto de Sánchez que ha hecho saltar todas las alarmas en el viejo PSOE y que tiene que ver con el modelo de partido. Lo explica gráficamente a ESdiario uno de los hombres fuertes de Susana Díaz en el Congreso. "Pedro aspira a convertirse en el Erdogan del PSOE", dice en referencia a la deriva autoritaria del presidente de Turquía.
"Él, los militantes y los demás no contaremos para nada", incide este diputado. Todo a cuenta de la enmienda que Sánchez
pretende introducir en los Estatutos del partido y que tiene que ver
con el sistema de destitución del secretario general. A la vista de su
convulsa experiencia entre 2014 y 2016, Sánchez quiere blindarse y, recelan sus críticos, perpetuarse en el cargo.
Sanchez pretende que la expulsión del líder sólo pueda producirse con una moción de censura presentada por el Comité Federal
que, obligatoriamente, sea votada por la militancia. Ya no bastará con
la dimisión de la mitad más uno de los miembros de la Ejecutiva.
De esta forma, los susanistas advierten de un "poder absoluto", convirtiendo en meras comparsas de Sánchez la Ejecutiva -prácticamente monolítica-; el Comité Federal, que también controlará cuando sus candidatos se vayan imponiendo en los congresos regionales; y el secundario Consejo de Política Federal, en el que están todos los barones, abrumadoramente leales a Díaz, pero sin ningún margen de maniobra.
Este golpe de mano de Sánchez ha levantado tales recelos en un importante sector del PSOE que su equipo ha decidido enfriarlo, sacándolo del debate del 39 Congreso
y llevarlo a una Conferencia Política que se celebrará en otoño. "Este
partido nunca fue asambleario y así nos convertimos en una historia de
éxito", afirma a este diario un dirigente del PSE.
Una Ejecutiva para liderar sin contestación alguna
Sánchez lleva a los compromisarios del cónclave socialista su Ejecutiva ya configurada. Está sostenida en dos nombres, Adriana Lastra como vicesecretaria general, y José Luis Ábalos como secretario de Organización. Incorpora al gran enemigo interno de Susana Díaz en el PSOE andaluz, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. Y a la rival de Miquel Iceta en el PSC, Nuria Parlón.
Dos fichajes externos, Toni Ferrer (UGT) y Francisco Polo (Change.org), se unen al alcalde de Valladolid, Óscar Puente, que será el portavoz. Entra Odón Elorza en representación de los socialistas vascos junto a Patxi López en el área territorial.
Guillermo Fernández Vara accederá con voz pero sin voto en su calidad de presidente del órgano que agrupa a los barones y la exministra Cristina Narbona será la presidenta del PSOE, cargo más institucional que ejecutivo.
Más de 3.000 personas, entre delegados,
cargos orgánicos, invitados nacionales e internacionales, observadores,
medios de comunicación acreditados y equipos encargados de toda la
infraestructura técnica y organizativa, participarán en este 39 Congreso.
Bajo el lema Somos la izquierda
asistirán al cónclave 1.035 delegados en representación de todas las
federaciones del partido, más Europa y América. Las cuatro federaciones
que más delegados aportan son Andalucía (255), Comunidad Valenciana
(95), Madrid (80) y Cataluña (77). También estarán representadas las Juventudes Socialistas de España (20), la corriente Izquierda Socialista (15) y las organizaciones sectoriales del PSOE (16).
Cuando el lunes se reúna por primera vez la nueva Ejecutiva y revolucione la dirección del Grupo Parlamentario -como portavoz suenan Lastra y Margarita Robles- el mandato de Sánchez será incuestionable.
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MRF
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