Su
nombramiento como portavoz del PSOE en el Congreso -partido en el que no
milita- no ha sido del todo bien recibido en un grupo que cuestiona si
ella precisamente puede pedir obediencia.
Con toda claridad y sin ambages. Margarita Robles, magistrada del Tribunal Supremo
en excedencia y nueva portavoz socialista en el Congreso de los
Diputados, no comulga o no comulgaba hasta el momento en absoluto, nada
de nada, con el conejo chisteril de Pedro Sánchez: “España es una nación de naciones”.
Si ahora, una vez designada
digitalmente por el secretario general para el principal puesto del
Parlamento, afirma o sugiere lo contrario, estará desmintiéndose a sí
misma, estará negando lo que siempre ha afirmado; a saber, la única
nación que hay en España es España.
Robles llega a la Portavocía con un Grupo abrasado por la brutal acometida de Sánchez
pero que guarda memoria cercana de las diatribas y descalificaciones
que la juez viene volcando sobre muchos de sus miembros desde el primer
instante en que apareció como número dos de la lista por Madrid.
“¿Cómo va a pedir ahora Robles disciplina al Grupo que dirige si antes desobedeció clamorosamente la orden de abstención dictada por el Comité Federal?, se pregunta un diputado
Robles no es
precisamente una mujer contenida, por lo menos no lo es en su actividad
política, en la judicial es, o era, otra cosa. De entrada se manifiesta
imparable al defender su independencia, tanto que cuando el Comité
Federal del PSOE aprobó la abstención en la investidura de Rajoy, Robles
se negó expresamente a obedecerlo: “Yo -dijo- no soy del partido”. Y
votó en contra, no sin antes, desde luego, de depositar sobre sus
colegas del Grupo un sinfín de amonestaciones y hasta de denuestos nada
tiernos.
Madina, el político que pudo ser y ahora ya es un recuerdo joven que nunca llegará a nada, se quejó no hace mucho tiempo de que Robles
le había llamado nada menos que “baboso”. No parece del todo cierto; sí
lo es que la nueva portavoz consideró nada ejemplar el cambio, carrera
en pelo, que algunos de sus compañeros de escaño, realizaron cuando en
octubre pasado los barones y la vieja guardia descabalgaron a Sánchez creyendo, ingenuos y torpes de ellos, que se lo habían cargado para siempre.
¿Puede pedir Robles disciplina de voto al Grupo que dirige si ella desobedeció clamorosamente la orden de abstención?
Entonces reprochó a los saltarines
su pirueta que en la propia reunión del Grupo calificó de
“impresentable”, y desde entonces son muchos, quizá más de la mitad del
Grupo, los que se la tienen guardada porque, vamos a ver y según decía
al cronista un distinguido militante socialista: “¿Cómo va a pedir ahora
Robles disciplina al Grupo que dirige si antes
desobedeció clamorosamente la orden de abstención dictada por el Comité
Federal? ¿cómo va a imponer su autoridad siendo así que no la tragan?
Difícil desde luego lo tiene Margarita Robles,
ella que se considera por un lado el epígono de la lealtad más
inquebrantable y que por otro, ha sido siempre coherente con sus
principios y las posiciones que mantiene. Si algún día Pedro Sánchez
explica, lo que no parece fácil dado el carácter proteico de su
discurso, cómo entiende él la definición plurinacional de España, y cómo
la aplicaría en el caso muy improbable de que llegara al poder
próximamente, ¿qué dirá entonces Margarita Robles?, ¿haría valer su condición de independiente para oponerse al caótico discurso de su jefe?
Si el incendio de Sánchez
no quema el Grupo Parlamentario, el secretario general no tiene, o no
tenía hasta el momento, más allá de 12 representantes entre los 85 que
forman ese conjunto. Es verdad que la necesidad o el miedo pueden hacer
que muchos de los 73 diputados antiSánchez corran a asfixiarse bajo el sol que más calienta, pero siempre existirá un grupo de resistentes, Madina entre ellos, que no dará su brazo a torcer y que no va aplegarse a los dictados de la “Seño”.
Sánchez ha
laminado a todo el que se le ha puesto enfrente y no parará hasta borrar
del mapa socialista a sus rivales. Estos crujen su irritación pero han
decidido dar y darse una tregua hasta las municipales y autonómicas
próximas. Si Sánchez cae, ellos volverán a la carga. Sánchez se ha parapetado con una “cláusula antipersona” -como ya contó ESdiario-
que le permite sobrevivir si no le apea la militancia del poder y ello
también le confiere un colchón de confort en el que sin duda se va a
acostar viendo cómo pasan por su lecho los cadáveres de sus enemigos.
Él, en su mayestático e
insolvente egoísmo, ya va pregonando su nuevo lema: “Apoyo de los
votantes, cariño de los militantes”; una manifestación que va a impartir
como dogma a este deleznable socialismo que él ha parido en el pasado
Congreso del fin de semana.
¿Con quién estará Robles?
El arquetipo de la falta de integración que Sánchez pregonó cuando, inopinadamente, fue elegido en las primarias del PSOE, es precisamente Margarita Robles,
la “Seño” que ahora mismo toma posesión de la Portavocía con dos
mandatos directos del jefe supremo: uno, liquidar todo asomo de
resistencia en el Grupo Parlamentario; dos, perpetrar un boicot total al
Partido Popular y más directamente a Rajoy.
En el PP la confianza en un Sánchez dialogante y pactista es nula dada la "inconsistencia" (término que Rubalcaba aplica a su nuevo secretario) de los planteamientos políticos imperantes y, desde luego, del rencor que Sánchez profesa al líder del PP. Margarita Robles es la encargada en el Parlamento de plasmar el odio personal y la antinomia política que son los signos característicos de Sánchez.
La pregunta es en todo caso:
cuando llegue la hora, que va a llegar con toda rapidez, de tomar
decisiones sobre Cataluña, ¿con quién estará Robles, con quién estará Sánchez? El que ahora mismo apueste por un apoyo incontrovertible al Gobierno, es un verdadero idiota. Como suena.
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MRF
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