Tras forzar la salida de Juan Carlos I, hablan ahora de que ha sido un «huida indigna»
Parafraseando a Felipe González, la coalición que gobierna España vuelve a ofrecer espectáculo de camarote de los Hermanos Marx coincidiendo con un momento clave para una de las instituciones fundamentales del Estado, como es la Monarquía. Ayer, la ministra de Igualdad, Irene Montero, revelaba en una entrevista radiofónica que Podemos desconocía que se iba a anunciar la salida de Juan Carlos I de España y se preguntaba si esa decisión la había adoptado el PSOE en La Moncloa, tras lo que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tuvo que recordarle que sus despachos con el Rey son «reservados y hay -subrayó- una confidencialidad que yo reservo». Eso sí, el jefe del Ejecutivo no quiso responder a las críticas de sus
compañeros de gobierno por su actuación en este asunto.
Fiel a su ADN antimonárquico, Podemos ha presionado para forzar este apartamiento que una vez consumado utiliza para tratar de erosionar la Corona acusando a Don Juan Carlos de «huir» del país y, de paso, a los socialistas de actuar como cómplices de lo que Montero tildó de «actitud indigna». Y ello, una vez más, sin que desde La Moncloa se les llame la atención. En ese sentido, el responsable de Comunicación del PP, Pablo Montesinos, reclamó ayer a Sánchez que «desautorice» a sus socios, y en concreto al vicepresidente segundo del Ejecutivo, Pablo Iglesias, en su ataque continuado a las instituciones.
En nombre del Partido Popular, Montesinos advirtió de que estas «maniobras» provienen del propio Consejo de Ministros, de modo que estaríamos ante un doble juego según el cual una parte del Gobierno estaría desempeñando el rol de la moderación y la lealtad constitucional, mientras que la otra se sentiría libre para ir avanzando hacia el objetivo mayor: allanar el camino para el fin de la Monarquía. Por ejemplo, a través del debilitamiento de su imagen ante la opinión pública.
De ahí el Twitter del portavoz de Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, a raíz del presunto desplazamiento de don Juan Carlos a la República Dominicana. «En secreto y mientras preparaban comunicado para un 3 de agosto. Pues, si no es una huida, se le parece un poco demasiado. ¿En serio, además del bochorno, ahora van a intentar tomarnos a los españoles por idiotas?», escribía. «España no admite más corrupción ni más impunidad. La indigna huida de Juan Carlos de Borbón pone a la monarquía en una situación muy delicada», firmaba este martes Irene Montero en su perfil de la misma red social tras haberlo proclamado horas antes en la radio. El mensaje calca el ya lanzado la noche antes por Iglesias.
El Grupo Parlamentario de ambos, Unidas Podemos, iba más allá con un comunicado en el que se plantea abiertamente que la «huida» del Monarca Padre «abre paso» a la idea de una república «solidaria y plurinacional». «No existe motivo alguno para continuar cargando con una monarquía carente de los mínimos valores éticos», exponían en un comunicado. Y por si no ha quedado claro, el presidente del Grupo Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia En Común en el Congreso, Jaume Asens, ahondaba aún más al exigir directamente un referéndum y que a don Juan Carlos se le retire la condición de Rey Emérito. Podemos en estado puro en el día en que han visto materializada una aspiración hasta hace poco impensable, y que aún así les resulta insuficiente.
Que este nuevo desencuentro en el seno de la coalición de Gobierno esté o no orquestado no quita para que se escenifique el choque, que Asens llevó a la exageración al decir que este es «uno de los peores momentos» que atraviesa la asociación de PSOE y Unidas Podemos, de modo que los socialistas tendrían que «explicar si ha habido o no un pacto de impunidad» en torno al Rey Emérito, que los de Iglesias rechazarían. «No nos sentiríamos vinculados y haríamos todas las acciones necesarias para desmontarlo», avisaba el presidente del Grupo Parlamentario UP. Conviene no perder de vista que la relación entre los socios está particularmente tensionada por la determinación de Sánchez de negociar los presupuestos con Ciudadanos, que a su vez exige hacerlo al margen de Podemos.
Más prudente como corresponde a su papel de ministra, Montero prefirió no acusar de deslealtad a Pedro Sánchez y los suyos y, por el contrario, apostó por «naturalizar y normalizar» que una y otras siglas tengan «posiciones diferentes» en «algunas cuestiones centrales como pueden ser los derechos sociales o esta visión sobre el rey emérito». La clave de convivir en tales circunstancias, añadió, es canalizarlo «de forma democrática».
Como de costumbre, el jefe del Ejecutivo también rebajó tensiones al asegurar que el balance de lo que va de año hecho ayer en el Consejo de Ministros es que juntos han ejecutado un trabajo «más que razonable».
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