No Al Olvido

sábado, 15 de agosto de 2020

# .La nueva religión. Isabel San Sebastián y Hugo Pereira con Roberto Granda.....Vídeo..El Club de los Viernes ....!!!!



El llamado «progresismo» se ha convertido en una fe que no admite disenso

La principal víctima de la etapa Sánchez ha sido la verdad, que yace despanzurrada en plaza pública por el mal ejemplo de un presidente que miente sin complejos. Ya no existen hechos empíricos sobre los que entablar la discusión, porque las plantillas sectarias se imponen a los datos. Los españoles, de derechas y de izquierdas, nos hemos convertido en paredes de frontón, incapaces de aceptar que a veces no tenemos la razón, o que aquellos con los que simpatizamos también meten la zueca. Este fenómeno, que guarda también cierta relación con el remango polvorilla que nos distingue, se ha visto enconado por la tenaz acción de un poder que aspira a instaurar una suerte de religión laica: el «progresismo». Siguiendo

 la obra que inició Zapatero, el sanchismo está aprovechando el abrumador dominio televisivo y tuitero de la izquierda para predicar una fe. Su oferta política ya no se basa en ofrecer mejoras en la economía, pues los socialistas son conscientes de que ahí zozobran. Así que se han pasado a los logos aspiracionales de meta lejana, como el cambio climático -donde un país de 47 millones de vecinos no pinta nada- y las causas de las minorías agraviadas. Con un planteamiento similar al de Sánchez, Hillary Clinton cayó hace cuatro años frente a quien era despreciado como un histrión televisivo. ¿Por qué perdió? Pues porque mientras ella se centraba en las -justas- demandas de diferentes minorías, Trump acertó a dirigirse al cuerpo ancho de la sociedad con un mensaje unitario, simple y válido para todo el país: te está yendo mal, lo sé, pero yo te prometo que voy a a hacer a América «grande otra vez» (por supuesto no lo ha cumplido, porque esa promesa supera las capacidades de cualquier presidente, y más de uno tan atrabiliario). Hillary, que gozaba del apoyo de casi toda la intelectualidad y de la crema urbanita, en España habría ganado de calle, pues aquí disfrutaría de un cuasi monopolio televisivo para vender su progresismo, mientras que Trump tendría dificultades para hacerse visible.

El «progresismo» huye de lo inmediato con el pretexto de metas más elevadas, en realidad evanescentes. Los chavales retornarán al colegio el mes que viene en medio de una incertidumbre que angustia a sus padres, pero el Gobierno se encoge de hombros. La epidemia está disparada mientras Sánchez e Illa se relajan en la tumbona. El otoño económico, que será de pánico, no parece figurar en la agenda. Las oficinas de propaganda del PSOE trabajan muy bien. La lluvia fina del consenso progresista -a veces presión a chorro- va calando. Al que disiente se le marca como un paria social e intelectual. Pero han topado con un imprevisto, un enorme cisne negro: la conmoción del otoño será tan dura que ya no bastará con golosinas ideológicas. Cuando las oficinas del paro se desborden resultará ridícula la charlatanería de la «transición ecológica» y la «perspectiva de género para salir de la crisis». Los españoles, que estamos haciendo el avestruz ante el tsunami en curso, descubriremos asombrados que era verdad aquella regañina de nuestras abuelas: «Niño, con las cosas de comer no se juega». Tenemos a un clan de amateurs del correcto credo jugando con nuestro condumio.....Luis Ventoso


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