Predicar con el ejemplo. Y no practicar. Porque con el predicar la expresión se antoja mucho más adecuada para indicar que los actos han de acomodarse a aquello que a priori se dice o recomienda a otros. Que para venir del mundo universitario algunos tienen menos conocimientos que nuestros (sus) infantes. Y es que Podemos, de la mano del hoy vicepresidente segundo de Pedro Sánchez, el Sr. Pablo Iglesias, no hace ni dos años que gobierna en coalición en España gracias a que suscribió una moción de censura con la que desalojó de La Moncloa al expresidente Mariano Rajoy como «alternativa contundente a la corrupción del PP». Regeneración política argumentaban los cachondos, con perdón. «Solo un incompetente podría no saber
lo que estaba ocurriendo en su partido», decía en 2014 el entonces secretario general de Podemos a Rajoy por el también entonces supuesto sistema de financiación paralelo del PP. ¡Vaya! «cosas veredes que farán fablar las piedras».
Pues bien, lo que ahora le ocurre a Podemos tiene más enjundia que lo que escondían otrora sus ataques a Rajoy y hoy al Rey emérito. ¡Hasta en B parecen tener sus cloacas! Hoy, su situación es más contundente que todo aquello que esgrimió para lograr en los despachos lo que no había obtenido en las urnas. Entonces, ni imputaciones de por medio tuvo el jefe del Ejecutivo español ni hoy D. Juan Carlos. Si bien estos días un juez ha imputado formalmente a toda la cúpula contable de Podemos bajo sólidas sospechas sobre su escandalosa financiación. Presuntos delitos de malversación de caudales públicos y apropiación indebida. Algo, por cierto, que ya visualizó en 2017 el propio Rajoy, aún como presidente: «Sr. Iglesias usted debería contestar si es verdad, como dijo su exsocio el Sr. Riobóo (ante el Senado), que usted pagó y cobró en B... como también debería explicar si usted y su partido han sido financiados por Venezuela e Irán... Consejos vendo que para mí no tengo».
Ahora toca demostrar si los podemitas dedicaron esos y otros recursos, con sociedades pantalla y con la excusa de los donativos ciudadanos, a armar un proyecto antisistema y rupturista que hoy gobierna España con permiso y en coalición con Sánchez. Si no hay nada que temer, no habrá inconveniente alguno en aportar toda la información en los juzgados, digo yo ¿no Pablo? Aunque tendrá que dilucidarlo el juez, si es capaz de resistir las inmensas presiones que ya desde el primer momento está sufriendo. Eso sí, de momento, de dimisiones, nada, a pesar de que el propio Iglesias firme y contundente le respondía, en un debate a cuatro en precampaña electoral, al periodista Vicente Vallés, sobre en qué circunstancias él asumiría responsabilidades por un caso de corrupción en su partido: «apertura de juicio oral, dimisión». Pues... me temo que las dimisiones por la presunta caja B de Podemos van a ser las mismas que las de los ERE de Andalucía. Exactamente cero. Lo dicho, predicando con el ejemplo.
Aventurémonos, pues, a destapar la opacidad de un partido, esperemos, en extinción, por su maquiavélico proyecto de país, antisistema, rupturista y anticonstitucional, con cuya arma dialéctica arrojadiza -cual «asta» en la antigua Roma- ha llevado a España a una situación de catástrofe económica, división social y amenaza institucional. Sr. Iglesias, ¿no quería caldo? ¡Pues tome dos tazas! La incompetencia no va por barrios. «En todas casas cuecen habas; y en la mía, a calderadas». ¡Ah! por cierto, Sr. Iglesias cierre al salir. Gracias.....María Jesús Pérez
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