Millones de españoles discrepan del nuevo credo obligatorio
He empezado a despedirme de mis allegados. Me veo en el trullo, porque no coincido con casi nada de lo que nos quieren imponer. Como consuelo, confío en que me ingresen en el Spa Lledoners, con su jovial régimen de visitas y permisos. Me siento disidente en mi propio país, como la mitad de los españoles, declarados políticamente incorrectos:
-Primera desviación: creo en los beneficios de la economía abierta, el libre comercio y la propiedad privada. Considero -y supongo que soy carne de frenopático- que cuadrar las cuentas públicas es positivo y que el despilfarro acaba hundiendo a las naciones, como a las familias. Me parece que freír a impuestos a los más dinámicos no genera riqueza, ni fomenta el
empuje empresarial. Opino que la subvención, aunque a veces sea necesaria, desincentiva la iniciativa personal cuando se torna perenne. Me parece muy cabal Adam Smith y convincente la teoría del equilibrio general de Kenneth Arrow. En cambio, la economía -llamémosle así- de Iglesias y Garzón me resulta un compendio de viejas paparruchas marxianas multifracasadas.
-Apoyo la libertad de prensa y sé que los gobiernos que meten ahí la cuchara suponen un peligro para los derechos y libertades personales. Me dan alergia los planes del Ejecutivo «para luchar contra la desinformación» , caballo de Troya de la censura.
-Me considero profeminista, pues defiendo, como no podía ser de otro modo, que las mujeres tengan idénticos derechos y oportunidades que los hombres. Pero lo soy aquí y también en Irán, Irene, y no creo que defender a las mujeres deba llevar asociado el catalogar a todos los hombres como potenciales orangutanes acosadores.
-Más problemas: soy heterosexual y a pesar de mis esfuerzos por ponerme al día, me siguen gustando las mujeres. Además sospecho que la mejor fórmula familiar continúa siendo la compuesta por un padre, una madre y sus hijos, curiosamente la elegida espontáneamente por la humanidad durante 15.000 años.
-Me parece que la educación concertada de los colegios católicos es la de más calidad hoy en España (también en el Reino Unido, donde hasta las familias musulmanas codician esas plazas). Advierto que si se pone en cuestión la libertad religiosa se demolerá uno de los pilares del edificio de civilización que levantó la Ilustración. Soy uno de esos fascistoides que marcan la casilla de la Iglesia.
-No me gustan demasiado los toros, pero defiendo ese ceremonial único. Apoyo la caza, que veo útil para el mantenimiento de la fauna y su hábitat.
-Me parecen positivos el pluralismo, la buena educación, el intercambio de ideas y la gente que sabe de lo que habla, porque ha estudiado. Es decir: no tengo nada que rascar en la era de los populismos populacheros, de izquierdas y derechas.
-Por último -y esto me privará de los permisos carcelarios- estoy a favor de la seguridad jurídica, la unidad de España y su democracia constitucional. Me molesta primar a los desleales a costa del dinero de los leales y pronostico que ceder más autogobierno solo hará más fácil la ruptura del país....En resumen, un chalado...Luis Ventoso

No hay comentarios:
Publicar un comentario