Iglesias quiere usar la coartada de la pandemia y el poder del mando único para estatalizar
Tiempos revueltos, tiempos de revoluciones, enseña la Historia. Pablo Iglesias lo sabe y está moviendo sus fichas para utilizar políticamente un malestar social creciente que veremos si no termina en motín como en Italia. El vicepresidente segundo nunca ha escondido que su máxima aspiración es convertir a España en un régimen comunista, una segunda Venezuela. Pero hasta la llegada del coronavirus sus postulados no pasaban de ser cantos de sirena en medio de un país con una democracia asentada. Sin embargo, la pandemia le brinda ahora una oportunidad como no tendrá otra. La dramática situación que atravesamos es el caldo de cultivo perfecto para que las tesis estatalizadoras galopen de nuevo a lomos del descontento social. El Gobierno, convertido en
mando único por obra y gracia del estado de alarma, tiene el poder para adoptar prácticamente cualquier decisión. Y en el constante crecimiento de defunciones y contagios tiene la coartada perfecta.
A esa búsqueda de la «venezuelización» respondió el mensaje que Iglesias envió el domingo por la tarde a través de las redes sociales. En pleno caos, mientras el Gobierno aún redactaba el decreto de confinamiento total, el vicepresidente segundo invocó el artículo 128 de la Constitución para defender que «toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuera su titularidad está subordinada al interés general». Un artículo maravilloso cuando se lee la Carta Magna en su conjunto ya que cinco artículos más abajo se recoge también que «nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto con las leyes». Esta contraparte se le olvidó a Iglesias como se le olvidan siempre todas las verdades que no le gustan. El resultado es que cuando más serenidad necesitan los empresarios -esos que sostienen el empleo y muchos de ellos realizando cuantiosas donaciones al sistema de salud- obtuvieron el amenazador mensaje de que el vicepresidente segundo propone resolver la emergencia a golpe de expropiación. El inquietante mensaje de Iglesias deja muy claro que alguien en ese Ejecutivo sí sabe hacia dónde quiere ir. La pregunta obligada que sobreviene, y quizás más turbadora, es ¿lo sabe Pedro Sánchez?
Con el presidente del Gobierno sobrepasado, el vicepresidente segundo ha demostrado su capacidad para imponer sus tesis comunistas y aprobar medidas intervencionistas. La primera, la prohibición de los despidos y la pagaremos cara. No es misión del Ejecutivo decidir qué empleos deben mantener las empresas ante un golpe económico como el que están sufriendo, mucho menos estrangular las vías legales que tienen para adaptarse y resistir. Su labor es acompañar al mercado, regularlo, vigilar que funcione correctamente e impedir los abusos pero en ningún caso intervenirlo.
¿A qué pretende abrir la puerta el mensaje de Iglesias? ¿A expropiaciones a lo Hugo Chávez y Evo Morales? ¿A la confiscación temporal de negocios y bienes? ¿A la fijación de los precios? La incertidumbre y el miedo sobre todo de los empresarios pero también de los trabajadores con ahorros están, lógicamente, servidos. Si Sánchez no sabe hacia dónde va, tiene que dejar claro, como mínimo, hacia dónde no quiere ir. Es urgente que desautorice públicamente a Iglesias y que descabalgue las tesis comunistas de su Gobierno. De lo contrario, esta emergencia corre el riesgo de agravarse con una crisis de seguridad jurídica, una brecha reputacional y una nueva fuga de capitales. Lecciones enseña la Historia.....Ana I. Sánchez
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