La única pregunta que se hace nuestro presidente ante cualquier crisis es ¿cómo sigo en La Moncloa?
Fue tal el éxito de la novela de Joseph Heller con el título de esta columna (1962) que pronto pasó a figurar en los principales diccionarios como «aquella situación imposible de resolver porque cada parte de la misma tenía que resolverse antes que las demás». En español diríamos «la carabina de Ambrosio». Que es lo que está ocurriendo con el Covid-19, al menos en España.
No me refiero a que se permitieran manifestaciones masivas cuando el virus causaba estragos en Asia y se había presentado en Europa. Me refiero a la total falta de estrategia por parte del Gobierno, hasta declarar el estado de alarma, devaluado por las declaraciones oficiales de que se habían tomado las medidas oportunas y todo
estaba bajo control, cuando teníamos dentro la pandemia. Lo más triste del caso es que mientras se recluía a los españoles en sus pisos, se movilizaba al personal sanitario contra la invasión sin proveerle de las armas oportunas para defenderse. Nos estamos enterando de que les ha faltado desde mascarillas hasta batas (en algunos hospitales se hicieron con sacos de plásticos) que es como si en una batalla con armas químicas, no se proveyeran de máscaras antigas a los combatientes. Nada de extraño que las bajas entre ellos y ellas sean de las mayores, como las de las Fuerzas de Seguridad. Se olvidaron, además, de las residencias de mayores, los más vulnerables a la epidemia. Con episodios que recuerdan la novela de Heller, que era ficción y aquí fue realidad, como la competencia entre el Gobierno central y los autonómicos para obtener material sanitario y la compra de test defectuosos. Mal y tarde, dijeron los portavoces de todos los partidos a Sánchez en el Congreso.
¿Puede creérseles cuando nos dicen que la «cima», el punto en que el número de muertos y contagiados se revierte, empieza a estar a caer? Nos gustaría, aparte de que en algún momento tendrá que ocurrir, como ocurre en todas las pandemias. Pero nos contentaríamos con que no tarde porque quedan por resolver sus consecuencias: los efectos económicos, que pueden sobrepasar, en paro, deuda, bancarrotas a la crisis de 2008. Todos los gobiernos están preparando sumas ingentes para que la actividad industrial y comercial pueda recuperarse cuanto antes. El nuestro también lo ha hecho, con 200.000 millones de euros, pero ¿llegaran? ¿O ocurrirá lo que con las rotondas de Zapatero, a quien se parece cada vez más? Aunque Sánchez confía más en la ayuda exterior y tras pedir a la OTAN (me gustaría saber la opinión de Iglesias) que nos suministre material sanitario, brujulea por Bruselas para que emita eurobonos que sufraguen la crisis viral. De momento le han dicho que no, que cada cual responda por su deuda. En cuanto a su idea original, un Plan Marshall, ni siquiera se ha discutido. Como ven, la única pregunta que se hace nuestro presidente ante cualquier crisis es ¿cómo sigo en La Moncloa?.......José María Carrascal
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