La primera es que una descentralización extrema tedeja un Estado fofo
La cornada del Covid-19, con más de dos mil muertos en España, una economía comatosa y la población enjaulada en sus domicilios, nos va dejando una serie de lecciones obvias. Pero probablemente nos las fumaremos en cuanto vuelvan a abrir los bares. Aun así, por si Sánchez tuviese un rapto de lucidez -y no caerá esa breva- cabe enumerarlas:
-Una descentralización extrema puede dejarte con un Estado fofo y poco eficaz ante crisis de gran calibre. El Estado se ha ido deshuesando, de tal manera que el Ministerio de Sanidad se quedó en el chasis, sin atribuciones reales, transferidas por completo. Era poco más que un departamento de buenos consejos y estadísticas. Cuando hubo de ponerse a actuar carecía de
estructura, músculo operativo y un experto al frente. En realidad no sabían ni por dónde empezar a comprar material, pues no figuraba entre sus encomiendas.
-Los separatistas jamás pueden ser un aliado fiable. Por definición sus intereses son antagónicos a los de España. Se ha visto con las provocaciones de Torra, absorto en plena pandemia en su obsesión xenófoba; o con los pellizcos de Urkullu al Gobierno en cuanto decidió tomar el mando.
-Los partidos constitucionalistas sí están ahí cuando España sufre. La lealtad que no ha encontrado Sánchez en sus socios separatistas se la han ofrecido PP y Ciudadanos. Aunque no han renunciado a su deber de oposición, han respaldado las líneas maestras del plan gubernamental. Es evidente que España estaría mucho mejor con un Gobierno fruto de una alianza del PSOE con constitucionalistas que al albur de Junqueras.
-Podemos es un partido adolescente y dogmático, al que le queda grande el mundo real. En esta crisis se han distinguido por alentar una manifestación imprudente cuando el virus ya nos llegaba a las orejas y por un inadmisible mitin populista/populachero de Iglesias en la rueda de prensa de seguimiento de la crisis. ¿Hechos útiles? Cero. El Sánchez del verano tenía razón: nadie puede dormir tranquilo con ellos en el Gobierno.
-Vivimos en un mundo global: todo llega... El sufrimiento de China y su reacción de choque, y más tarde la de Italia, un país latino similar al nuestro, permitían ver claramente que el problema iba a alcanzar España. Pero nuestro Gobierno demoró toda medida, conformándose con las comparecencias informativas del amable doctor Simón y con 17 autonomías haciendo cada una la guerra por su cuenta.
-La democracia no puede quedar en suspenso en situaciones críticas. El Parlamento debe seguir funcionando y los medios tienen derecho a preguntar lo que quieran a los mandatarios. España, con su Congreso a medio gas y las preguntas filtradas, ha sido una anomalía en Europa. No debe volver a pasar.
¿Aprenderemos algo? Mi pronóstico: en cuatro meses estaremos de nuevo cortejando a Torra y Junqueras, otorgando «más autogobierno» y vaciando todavía más ese Estado que tanta falta ha hecho cuando han venido crudas.....Luis Ventoso
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