El Gobierno tiene previsto aprobar en el Consejo de Ministros de mañana las bases de una nueva ley de Educación, la enésima en nuestra democracia y que con la vitola de «progresista» volverá a contener todas las dosis de adoctrinamiento tóxico a las que nos ha acostumbrado la izquierda. Y más en este caso, por la influencia que ejerce Podemos sobre Pedro Sánchez y por el sometimiento del PSOE al chantaje de la extrema izquierda. Una vez más, será una ley ideologizada y sectaria en la que la educación concertada experimentará un severo retroceso, y para cuya aprobación el Gobierno social-comunista no contará con el parecer de relevantes sectores de la educación ni con la oposición.
El Gobierno del diálogo no dialoga, salvo con el separatismo catalán, y el Gobierno de las cesiones no cede más que ante los extorsionadores que imponen la ruptura de la soberanía nacional. Para nada más hay «diálogo», porque todo lo que diseña Pedro Sánchez se pone en marcha bajo el signo de la imposición y el autoritarismo. Lo más grave es que no se trata de una ley enfocada a que los niños y jóvenes españoles mejoren sus índices de evaluación, o para que el profesorado tenga margen de maniobra para imponer su autoridad y el alumnado gane en respeto, principios y valores. Es una ley enfocada a blanquear a la izquierda política en la historia con el revisionismo ideológico y el revanchismo cultural como banderas. Pedro Sánchez no busca un pacto educativo, imprescindible para el futuro de España y cuya articulación debería pasar por el consenso, sino imitar el modelo que lleva años utilizando el nacionalismo en Cataluña o el País Vasco para un adoctrinamiento masivo e irreflexivo. Es, de nuevo, otra muestra de la ingeniería social del Partido Socialista...
El Astrolabio
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