La ciudad de Ponferrada acoge desde hoy lunes y
hasta el miércoles 16 de octubre un curso integral
de seguridad y emergencias que tiene como objetivo
conseguir una formación actualizada de primeros
auxilios, reciclaje en desfibrilador externo
semiautomático (Desa), taller práctico de control
de hemorragias y heridas por arma blanca y de fuego
destinado a los profesionales implicados en
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,
Urgencias y Emergencias de Castilla y León.
Organizado por el Ayuntamiento de Ponferrada
y la Policía Municipal, según informa la agencia
Ical, participará en los tres días de sesiones
personal del Servicio Urgencias del Hospital
del Bierzo, de la Gerencia de Asistencia Sanitaria
del Bierzo, del Grupo Bierzo Soporte Vital y del Grupo
de Sanidad Táctica de la Sociedad
Española de Medicina de Urgencias y Emergencias.
La inauguración tendrá
lugar mañana lunes 14 de octubre
a las nueve de la mañana en la Sala
Estuco del Castillo de Ponferrada.
Viaje
El Bierzo esconde un tesoro arquitectónico y
etnográfico que muy pocos conocen.
Su difícil acceso lo ha sepultado en un olvido
que le impregna ese halo que rodea un lugar
poco manoseado o pisado por el hombre.
¡Que levante la mano el que sitúe en el mapa
un poblado lleno de molinos de piedra ancestral,
perdido en un bosque al que sólo puedes
llegar a pie, después de pelear en
la caminata con zarzas y ortigas!
Está en uno de los cientos de recovecos y valles
que surcan los abruptos montes del Ayuntamiento de Oencia.
Son una docena de chozas y molinos alineados en
forma de «V» sobre una ladera, bañados por
dos arroyos y coronado por un curro sin tejado,
para resguardar el ganado o las colmenas.
Es un lugar conocido como Red de Molinos, jalonado por
uno de esos cauces de agua de difícil pronunciación
y que aparece nombrado en los mapas como Rego da Gralleira.
Si viajas a los pueblos de Oencia y preguntas por
la «Red de Molinos», más de uno no sabría darte
respuesta de su ubicación. Las personas de edad
avanzada, sí. Incluso, uno de los pocos moradores
del pueblo de Sanvitul tiene datos precisos y recuerdos.
Con una mínima referencia aportada por
Santiago Castelao, (uno de los personajes villafranquinos
que mejor conoce los montes del Bierzo Oeste), llegar
al poblado de los molinos no es tarea fácil. Hay un
camino de carros para sacar las castañas que
daba acceso al lugar, llegando a Villarrubín,
pero está ciego en algunos puntos. Así que,
la alternativa es seguir el cauce de
una presa de riego, aguas arriba.
Después de cruzar matorrales y pelear con
un bosque salvaje y anárquico, la recompensa
es alta. De sopetón, sin esperarlo, aparece un
prado verde lamido por la boca de las vacas.
En el fondo, —perfectamente encajado en el vértice
de la ‘V’ del valle y con colores
de camuflaje
que casi no es capaz de detectar el Google Maps—
despunta con asombro ese poblado de Molinos.
El alcalde de Oencia, Arsenio Pombo,
lo conoce bien y lamenta en este periódico
que esta valiosa arquitectura y joya de
ingeniería etnográfica de tiempos pasados no
cuente con ayudas para su restauración.
Ahora mismo, una parte del poblado
está utilizada por un joven de Villarrubín,
que pastorea por allí sus vacas.
Las construcciones son de varios particulares
y hay una familia que vive en Madrid, que suele
venir los veranos a aislarse por completo
del bullicio de la ciudad. Allí, en Red de Molinos,
sólo se escucha el discurrir del agua limpia,
el cantar de los pájaros y el bramido de
alguna vaca. Huele a pura naturaleza.
Si alguien no lo remedia, esta herencia de
poblado ancestral se perderá para siempre.
De hecho, ya hay boquetes en paredes desconchadas,
signo de la tragedia que se avecina.
Las Administraciones públicas con dinero
(Oencia no lo tiene) no deberían permitirlo,
y aunque sea privado, hay ayudas para restaurar.
Algo parecido pasó con las pallozas de Ancares y aquí,
aunque también hay propiedad privada de por medio,
se puede encontrar una solución que
evite el derrumbe de los valiosos molinos de agua
Torre
Torre del Bierzo recuperó ayer la tradición de
la pisada de la uva de la mano de la asociación
Cultural Puente Romano. Un primer certamen en
el que participaron ocho parejas en un divertido
concurso con «un minuto de pisada y 10 segundos
de recogida de mosto con 20 kilos
de uva por tina, para definir el ganador.
La pareja formada por Daniel Teixeira y Sandra
Gutiérrez se llevaron los 50 euros del premio y
el segundo premio recayó en Hilda Carballo y
Marcelino Pipo, que tuvieron gratis la pulpada
con la que se celebraba este primera certamen de
pisada de uva de Torre del Bierzo . «Una nueva actividad
enfocada a recuperar las tradiciones de ésta tierra,
igual que queremos mantener la todo aquello que ha
sido nuestra historia», señalaba José Luis Fernández,
presidente de la asociación. Desde la organización
se valoró muy positivamente la participación en
la pisada. «Ha sido el primer año y la gente
se animó —recordaba que hubo quién siguió pisando
fuera de concurso— esperamos que en años
sucesivos se pueda ampliar e incluir
una pisada infantil» avanzó Luis Fernández

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