El pacto entre Esquerra y Bildu es la «Canción de los buenos borrachos» de Sabina y Fito Páez, «que de madrugada vuelven al hogar». Mi querida Itziar Reyero -y cuando digo querida, lo digo de verdad- dijo el 1 de octubre, viendo como Carles Puigdemont cambiaba de coche bajo un túnel para esquivar a la Guardia Civil, que el independentismo acabaría en una suerte de batasunización light, volviendo a pedir «llibertat, amnistia i Estatut d’autonomia». Eso es lo que buscan con este pacto: sabiendo que no conseguirán rédito político, pretenden en lo personal alguna ventaja.
El pacto entre republicanos y batasunos es oportunista, agónico y necesitado, pero nada tiene que ver con la intención de Iván Redondo, y de su cliente Pedro Sánchez, de gobernar desde el centro, consiguiendo la investidura con una abstención de Ciudadanos y garantizando la legislatura con pactos de Estado, serios y responsables, con Pablo Casado.
La derechona histérica no entiende que Esquerra, Convergència, Bildu y Podemos están siendo utilizados como carnaza, para que no se diga que no lo intentamos. Mientras los extremismos ladran, Redondo centra a su cliente en la desactivación casi gratis de los que quieren destruir España, mientras busca en el centro derecha las alianzas para asegurar no sólo la estabilidad de su Gobierno, sino la prosperidad de España. No fue su primera idea, que era entenderse con Esquerra, pero el ensayo/error les ha llevado a no fiarse de ellos, aunque sea por el mero instinto de supervivencia: no hay mal que por bien no venga, como dijo Franco sobre lo de Carrero.
Yo siempre votaré a Rajoy, aunque no vuelva a presentarse. Yo siempre votaré a Rajoy porque siempre voté a Felipe González. Mis evidentes distancias con Pedro Sánchez no me impiden constatar que Iván Redondo ha hecho de su cliente un candidato que la derecha podemos considerar no del todo inasumible. Con el mal menor, a veces, también se gana. Y eso te lo digo yo, que acepté sin pestañear que mi mujer se separara, y lo pago absolutamente todo para mantener a la familia intacta.
No es menor que la mayoría de empresarios del Ibex 35 que llevan financiando a Rivera desde 2015, aseguren hoy que le retirarán el crédito si por su culpa han de repetirse las elecciones. No es menor ni reprochable: no hay estabilidad sin centro, ni sin vocación mayoritaria. En las honduras del posibilismo -no sin quebranto- se tambalean nuestras fronteras más delicadas.
Cada momento es distinto del anterior y los españoles tenemos que entender que no nos podemos continuar permitiendo el frentismo sectario, el estéril muro ideológico que nunca nos llevó a ninguna parte. España necesita de la generosidad de los hombres de buena voluntad que están dispuestos a superar sus prejuicios, su mala leche y su resentimiento atávico -aunque no por ello injustificado- para frentear los desafíos que hoy atañen a cualquier sociedad moderna y civilizada.
Bildu, Esquerra o Convergència pactan abstenciones como vagan los fantasmas por volver a la vida en los castillos abandonados....Salvador Sostres
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