La vicepresidenta Calvo no es partidaria de especular con la repetición electoral
El PSOE está dispuesto a llevar su pulso hasta el final porque siguen convencidos de que Pablo Iglesias no puede volver a presentarse a una convocatoria electoralcon el voto contrario a un candidato socialista como carta de presentación.
La sensación que se transmite desde las filas socialistas es que el planteamiento actual es inamovible y es la última oferta de Sánchez: que Podemos tenga presencia en segundos niveles de la estructura del Gobierno pero no ocupando carteras ministeriales. En los cálculos de la dirección del partido se ven ya obligados a contemplar, no obstante, que el líder de Podemos finalmente no ceda por lo que el destino final sean las urnas.
En estos momentos nadie en el PSOE ve a Sánchez desdiciéndose de su compromiso público de no incluir a Podemos en el Consejo de Ministros. «Hacerlo sería comenzar esa coalición perdiendo autoridad», reflexiona un dirigente. Aunque también hay personas tanto en Moncloa como en Ferraz que alertan del riesgo que supondría una nueva cita electoral por mucho que la cúpula se esfuerce en crear un relato ganador y que presente a Sánchez como víctima del bloqueo.
Una campaña muy diferente
Los elementos de preocupación son el temor a la desmovilización de la izquierda, destacando que el resultado del 28 de abril se debió a una movilización excepcional, y la «impresión» de que el voto de la derecha tendería a «concentrarse» en mayor medida. Especialmente de Vox hacia el PP. Algo que, además, dificultaría la retórica de campaña de los socialistas, muy basada en los últimos comicios en despertar el miedo a la formación de Santiago Abascal. «La derecha está esperando una nueva oportunidad», plantea un dirigente encuadrado en el sector más izquierdista del partido.
Un experimentado dirigente añade a los riesgos de repetición electoral la certeza de que los socialistas perderían su mayoría absoluta en el Senado porque da por sentado que PP y Ciudadanos, en esta ocasión sí, podrían pactar candidaturas para la Cámara Alta. No hay voces, eso sí, que pidan por ahora ceder ante las demandas de Iglesias.
Pero la cuestión no tiene un enfoque común. En primer término altos cargos del Gobierno insisten en que «no hay que pensar en elecciones». Esta es la línea que marca la vicepresidenta del Gobierno. Ese es el mensaje que transmiten fuentes de su entorno: «Vamos totalmente en serio a la investidura. El país no está para otra cosa», señalan. Sin embargo, la posibilidad está asentadísima en las mentes socialista. «Es dificilmente evitable», señala un dirigente en relación a volver a las urnas. Este alto cargo reconoce los riesgos de una repetición electoral, pero considera que éstos podrían ser mayores «si caes en la trampa de meter al lobo en tu cama», en referencia a un Pablo Iglesias reforzado en su cara a cara con Sánchez si fuese ministro.
Otros dirigentes territoriales no comparten en ningún caso que para evitar el escenario de repetición electoral haya que terminar cediendo y dando entrada a Podemos en el Consejo de Ministros: «no está en condiciones de pedir ministerios», dicen. Sin embargo, la repetición electoral es ya una hipótesis muy factible y que se maneja tanto como elemento de negociación, más bien de presión, pero también como una posibilidad a tener en cuenta.
Para empezar esto condiciona la fecha en que debe celebrarse la sesión de investidura. Una fecha que comunicará la presidenta del Congreso,Meritxell Batet, el próximo martes y que necesariamente tendrá que arrancar un lunes y celebrar la primera votación el martes. Eso si se pretende que una eventual repetición electoral se celebre un domingo. Algo tan interiorizado que se da por hecho, pero que no es un requisito legal.
La reforma de 2016
Con el compromiso expresado por el PSOE de celebrar la investidura en el mes de julio ahora mismo hay cuatro opciones posibles encima de la mesa: 9, 16, 23 o 30 de julio. La primera votación debe ser un martes. En virtud del artículo 99.5 de la Constitución «si transcurrido el plazo de dos meses, a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones con el refrendo del Presidente del Congreso». Un día después se disuelven las Cortes y empieza a correr el plazo de cara a unas nuevas elecciones.
Pero es importante destacar que tras la modificación legal de 2016 estos tiempos son distintos a una convocatoria convencional. La disposición adicional séptima establece que en este supuesto el periodo hacia unas nuevas elecciones sería de 47 días y no de 54. Porque se reduce a poco más de una semana la campaña electoral: «La campaña electoral, que empezará el día trigésimo octavo posterior a la convocatoria, dura ocho días», establece la norma. Tomando como referencia los cuatro martes de julio antes mencionados las segundas elecciones serían el 27 de octubre o el 3, 10 y 17 de noviembre....
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