Los veteranos lo recuerdan perfectamente. Durante el franquismo existían en España periódicos del Estado, la Prensa del Movimiento. Si hoy se intentasen crear unos diarios propiedad del Gobierno nos parecería un mal chiste, un anacronismo antidemocrático intolerable. El servicio a los lectores de prensa lo cubre perfectamente la oferta privada, con cabeceras de distintas sensibilidades. Sin embargo, aquello que en prensa consideraríamos inadmisible continúa vivo en radio y televisión, donde perduran las cadenas estatales. Su existencia siempre acaba provocando perturbaciones en el correcto funcionamiento de la democracia, pues indefectiblemente reman a favor del Gobierno de turno, dañando el juego limpio electoral (tal presión tendenciosa se exacerba en las cadenas autonómicas, pues todas, de Canal Sur a TVG, pasando por la delirante TV3, son botafumeiros entregados del poder).
TVE, sostenida por nuestros impuestos, ofrece los mismos concursos de cocina, baile y canto que las privadas, sus telediarios son partidistas, y sus series, casi siempre peores que en las cadenas comerciales. Entonces, ¿por qué mantener una televisión pública española? Hay tres razones que la justificarían: defender la idea de España, el español y la cultura española; ofrecer unos contenidos de alta calidad y unos informativos más o menos imparciales, al estilo de la BBC; y ejercer de gran plataforma para impulsar a nivel mundial las ventas y el prestigio del audiovisual español, como hace también el consorcio británico. El problema es que la actual TVE no muestra el menor interés por defender la idea de España y su cultura; sus informativos están al servicio de Sánchez y hasta desatiende el español (alardea, por ejemplo, de haber cuadriplicado sus horas en catalán, lo contrario de lo que debería ser su función de unir a los españoles en lo común).
Ayer, el canal informativo de TVE hizo una entrevista de cámara en horario estelar al exterrorista Otegui, inhabilitado por la justicia hasta 2021 y condenado en su día a seis años de cárcel como secuestrador etarra. Otegui, por supuesto, nunca ha pedido perdón de manera rotunda por los más de 800 asesinatos de ETA y lidera el partido que encarna la sucesión política de la banda terrorista. Además, su objetivo declarado en la vida es destrozar España, independizando el País Vasco y Navarra. Entrevistarlo constituye una ofensa a los muertos y sus familias, a la unidad nacional y a la propia dignidad de los profesionales de TVE. Entonces, ¿por qué se incurre en esta infamia? Pues porque Sánchez, con su victoria pírrica, podría necesitar los votos de Bildu para la investidura. Así que urge iniciar la operación blanqueo (y ahí está Rosa María para lo que toque). Llega entonces la pregunta final: ¿por qué tenemos que sufragar con nuestros impuestos una televisión que con la entrevista de anoche en realidad nos provoca repugnancia? ¿Qué sentido tiene una cadena pública española cuando da cancha a un exterrorista que es un furibundo enemigo de España? Por favor, denme de baja. No quiero pagar por esto....Luis Ventoso
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